Klar • Jikook

Kapitel två: Paris

Capítulo dos: París

Estaba un poco dormido mientras caminábamos a través del aeropuerto de París, todo a mi alrededor se sentía extraño y nuevo que pensé que todo esto era un sueño de verdad y que en cualquier momento me despertaría en mi casa de Busan. Muchos minutos después de papeleos, escaneos y de ir al baño con las vejigas llenas, Jimin y yo fuimos hasta la salida del aeropuerto donde se encontraba el subterráneo para ir a al hotel que habíamos reservado, cargando con nuestros equipajes y mi guitarra en la espalda.

Me había pasado días investigando sobre las calles y medios de transportes que teníamos que usar en los países a los que iríamos, por lo que ya tenía un poco memorizado como ubicarme dentro de París y la ayuda de Maps fue enorme también. Compramos las tarjetas de viajes y una vez dentro del subte, me limité a observar al Jimin que hablaba en inglés con unos turistas de Nueva York mientras intercambiaban ideas para el viaje y lugares para conocer dentro de la ciudad.

Eso era algo que a mi también me gustaba mucho de Jimin. Él era una persona demasiado extrovertida y sabía lo que tenía que hacer y cómo comunicarse con la gente. Mi amigo sabía exactamente lo que tenía que hacer, como llegar y cómo manejarse. Él no tenía vergüenza de nada. Jimin era demasiado organizado y resolvía los problemas en cuestiones de segundos. Sólo que a veces tenía problemas para planificar porque era olvidadizo. Sin embargo, yo era todo lo contrario a él, más bien, un "quedado", demasiado introvertido, tímido e inseguro como para hacerles preguntas a desconocidos. Quizás yo estuviera perdido en una ciudad enorme y preferiría guiarme a través de Maps que preguntarle a algún policía de la calle.

A menudo que Jimin y yo salíamos a cenar, el pelinegro ordenaba por ambos y pedía la cuenta, se comunicaba con el mozo o el barman tomando a riendas la situación. Entre ambos, Jimin siempre iba un paso más adelante. Yo sólo me quedaba callado y observaba dejando que la otra persona hiciera todo por mí, como ahora que ya nos encontrábamos dentro de un taxi y Jimin trataba de explicarle al taxista en un francés básico el nombre del hotel al que teníamos que ir. Me causó ternura y solté una risa.

—Hôtel Passy Eiffel, Nous voulons y aller.

—Celui du seizième arrondissement?

—Oui! Merci!

Caí en la realidad de que estábamos en París cuando atravesamos la Torre Eiffel.

¿Qué carajos? Horas atrás habíamos estado en Incheon. En el maldito y ruidoso Incheon.

—¡Mira Jungkook! —el pelinegro llamó mi atención golpeándome la rodilla y me señaló la torre. Abriendo la boca sin poder creerlo, miré lo gigantesca que era la estructura que tanto había soñado de conocer. Era hermosa y elegante, tanto, que con solo verla podía escuchar las miles y millones de historia que pasó allí y que ella habría escuchado durante todo este tiempo.

Jimin le sacó fotografías a la torre rápidamente y yo le dije que luego vendríamos a hacer un picnic hasta que sus luces doradas se encendieran en la noche. Entusiasmado, aquel me respondió en una sonrisa y me dijo que estaba ansioso de presenciar el atardecer junto a la torre.

El hotel de tres estrellas que Jimin había reservado parecía de cinco que de tres. Al llegar, nos indicaron nuestra habitación en un perfecto inglés y lo primero que hice al llegar fue tirarme a mi cama individual, escuchando carcajear al pelinegro diciéndome que parecía un niño grande y que moviera mi culo del colchón.

Luego, mientras Jimin se bañaba, inspeccioné el cuarto pequeño y quedé completamente enamorado de la arquitectura europea. La habitación del hotel parecía una sala de un museo neoclásico. Lo que más me sorprendió fue cuando abrí el ventanal del cuarto y me encontré con un balcón lleno de plantas y flores por doquier, junto a una mesita en el centro con sus dos sillas alrededor. La Torre Eiffel me saludó en una esquina, luciéndose enorme y esbelta. El Río Sena brilló ante el sol de la tarde y el aroma al perfume de las rosas erizó mi piel.