Capítulo 2.

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Me quede dormida con el mensaje en la pantalla. Mamá me había despertado porque debía ir al puerto a ayudar al señor Johnson, abuelo de John. El cual, era como un abuelo para mi, el que por desgracia nunca tuve, pero el siempre me había brindado el mismo amor como si fuera una nieta mas y por ello le estaré eternamente agradecida.

Desde pequeños nos había enseñado todo sobre los barcos y navegación. Cuando éramos un poco más mayores nos llevaba en una barca pequeña a lo más lejos de la costa y nos lanzaba al mar para que aprendiésemos a nadar y perderle miedo al mar.

Me dirigía al embarcadero donde el me esperaba todas las mañanas para salir a navegar. Esta vez no estaba esperándome en la barca, así que yo misma prepare todo para salir.
—¡Cuanto tiempo John estas hecho un hombrecito!— gritó el dueño del yate detrás mía.
Las piernas me temblaron en ese instante al escucharlo, rápidamente como un instinto gire la cabeza hacia atrás rezando ver al señor Johnson en vez de a él. En efecto, no era su abuelo, si no, John.
Pude ver como reaccionó con cara de sorpresa al verme en la barca. Entrecerró los ojos al llegar a mi lado —¿ Que haces tu aquí?— soltó

Me mantuve de pie encima de la vieja barca como podía y le dije— Lo que hago todos los días— sacudí los brazos con normalidad, aunque por dentro no estuviera así — Esperar a tu abuelo.

— Mi abuelo no va a venir esta vez así que puedes irte

— Pero yo— me interrumpió a la vez que soltaba la cuerda que anclaba al barco — Saldré a navegar— dijo

— No voy a irme— me llene de valentía. Dejo la cuerda y arrugo la nariz con desagrado.

—Haz el favor de salir de la barca

— No— me senté— Puedes venir conmigo o irte por donde has venido, pero no me voy a mover de aquí

Me miraba esperando a que cambiase de opinión, pero no iba a moverme de ese sitio, ya no mas John, vas a tener que enfrentarme. Al ver que no tenia intención alguna en marcharme no tuvo otra que subirse a la barca y siendo sincera conmigo misma estaba de los nervios por dentro. Nuestras piernas se rozaban por culpa del pequeño tamaño, a él parecía no importarle, pero en cambio a mi me estaba matando por dentro. Por Dios,parecía una niña pequeña.
Un simple tacto me ponía patas arriba.
— Remaré yo— dijo, solo pude afirmarle con la cabeza.
Ambos manteníamos las miradas en todas las partes menos en nosotros. Nos evitábamos mutuamente, yo porque estaba de los nervios y el... vete a saber porque. Recordé entonces el mensaje de la noche anterior y me cuestione a mi misma si debía preguntarle ahora que lo tenia cara a cara. No podría huir de mi pregunta, estábamos en el medio del océano.

—Puedo preguntarte algo— dije, una vez mirándole.

Este cogió aire como si temiera aquella pregunta — Limítate en estar callada White.

— No voy a hacerlo— afirme — Llevo años haciéndolo.

— Y has de seguir haciéndolo

—¿Por que? ¿ Porque soy una bomba de explotar?—insinué.

Me miró con molestia. Cada músculo de su cuerpo estaba en tensión, exhaló lentamente y soltó: — No hagas esto mas difícil.

Hacer yo el que, siempre me mantuve al margen y aguante sus acciones de desprecio. 
—¿ Que te he hecho?—insiste con desesperación — ¿Que he hecho mal para que me trates de esta manera?
Con enfado John tiro a un lado el remo con fuerza, esa acción hizo que perdiera el equilibrio y cayera de la barca. Lo escuche gritar mi nombre al caer y saltar al agua a por mi, sus brazos rápidamente me atraparon.

—Lo siento— me dijo asustado.

No podía dejar de mirarle con fascinación, sus pecas brillaban con el sol, su pelo color negro mojado y por su puesto sus ojos azules oscuros eran magnéticos. Me abrazaba con miedo como si me fuera a hundir si dejaba de hacerlo. Así lo hacia cuando éramos unos niños y yo no sabia nadar.
Nuestras narices estaban a escasos centímetros y el me apretaba con mas fuerza.

— Dímelo. Dime porque soy una bomba.

El terror cruzo su rostro. — Porque vas arrasar con todo— bajo su mirada a mis labios. Y yo  también lo hice. Soltó un brazo del agarre y con delicadeza dejo su mano en mi mejilla.

Despacio, pego su frente con la mía y yo me aferre mas a el como si fuera la ultima vez que podría tenerlo de nuevo de aquella manera. — Dime que no estas enamorada de mi— susurro pausadamente.

Apreté mis párpados con un gran nudo en la garganta — Necesito saber que te has desenamorado de mi en estos años
Mi corazón gritaba un si interiormente, pero no tenia voz alguna, simplemente no podía responderle. Que debía de hacer, mentirle y decirle que estos últimos cuatro años no he pensado en el. No es tan fácil joder.

— Que respuesta prefieres escuchar— susurre con inseguridad.

—La verdad— respondió el.

— ¿Que pasaría si te dijera que si?

—Todo se romperá. Porque un tu y yo nunca va a existir.

—¿Porque?— exprese con dolor separando nuestras frentes para mirarle a los ojos de nuevo.

—Porque no te quiero White— sus palabras estaban matándome— Por eso te he evitado todo este tiempo para que te desenamorarse de mi.

Me solté de su agarre con dolor, sentía una profunda herida desagrandose en mi interior. Mi corazón estaba quebrándose palabra por palabra suyas.
—Lo has conseguido. No te quiero—le mentí y me mentí a mi misma. Me hundí bajo el mar para que no viera mis lagrimas y subí a la barca. Me ardía, sentía como mi cuerpo estaba en llamas, pero no le daría la satisfacción de decirle que estaba profundamente enamorada de el desde niña.
Una vez que se subió a la barca comencé a remar esta vez yo, deseando volver en cuanto antes al puerto. Para no tener que tenerlo cerca.
En cuanto lleguemos el se quedo anclando el barco y yo hui hacia mi casa.
Me había tratado en este tiempo como una porquería solo porque quería que yo no le quisiese de otra forma que no fuera solo amistad. Siempre supe que el no me miraba de la misma forma...pero siempre tuve la esperanza de que algún día me pudiera mirar con la misma o mas intensidad de lo que lo hacia yo. Pero, lo que no llegaba a entender era a que se refería con que iba a arrasar con todo, si se refería a nuestra amistad está ya estaba destruida desde que él tomó la decisión de tratarme con indiferencia.
¿Qué escondía John Ryder?

Lo que nadie nunca te querráDonde viven las historias. Descúbrelo ahora