Capítulo 4.

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No sabia que hora era, sabia que era bastante tarde, quizás, doce la mañana. Había hecho caso omiso a las suplicas de mi madre, para que me levantara de la cama. Una vez que enciendo el tocadiscos con mi musica favorita no hay vuelta atrás y nadie pero nadie puede cambiarlo.

—¡Lydia!—escuche desde el otro lado de la ventana — ¡Se que me estas escuchando! ¡Por favor ven con nosotros al lago!— insistía aquella voz aguda y femenina.

Con una sonrisa, finalmente me tuve que levantar de la cama y dirigirme hacia la ventana. Retiro lo de que nadie puede hacer que me levanté de la cama.

—¡Buenos días a ti también Emily!

—John pasara a recogerme dentro de unos minutos, por favor acompáñanos a nadar

—Si por mi fuera iría Emily pero, tu hermano no me ha invitado.

El rostro de la pequeña se inundó de tristeza, hasta puso un puchero. Pero que iba a hacer, no
podía acoplarme al plan de dos hermanos, no pintaba nada.

—Que son todos esos gritos si estáis prácticamente al lado— expreso Katy justo al llegar a Emily

— Si es por John, a él no le importara que te unas al plan, ademas, me gustaría que fueras así sois dos personas vigilando a este bicho que no para quieta.

Trague saliva — No lose Katy, no creo que a John le guste mucho que me entrometa en sus planes.

—Por favor Lydia sois amigos desde pequeños, a John no le va a molestar en absoluto y si pone regañadientes se las va a ver con su abuela.

El ruido fuerte de una moto se escucho y eso significaba que mi querido vecino estaba llegando, porque en este vecindario nadie, solamente él, llevan ese trasto llamado moto. John aparco, se quito el casco y me miró.

<<Me estaba mirando a mi>>

No aparto los ojos de mi hasta que su hermana le habló —Hermanito, Lydia se une al plan, y me da igual si no te parece bien porque la abuelita y yo queremos que venga. Ya esta todo dicho. Ah y tu— se dirigió a mi esta vez, señalándome con un dedo desafiante — Ponte el traje de baño y vámonos.

John rio ante las actitudes de su pequeña hermana. —Ya sabes que hacer— dijo él, sonriéndome .

Me daba miedo mirarme en el espejo desnuda. Nunca lo había dicho en voz alta pero, lo gritaba en mi interior, evitando todo lo que se tratara de ir sin poca ropa. Y eso entraba en ir a piscinas, playas, lagos...como iba a ser capaz de salir con un bañador si yo misma no  aceptaba mi cuerpo.
No quería que él mirara mi físico. Me daba angustia de pensarlo.

Sonó constantemente el claxon —¡Vamos Lydia!—chilló John. Respire hondo y salí de casa.

—Abróchate el cinturón. Nos queda un largo viaje.

 Nos queda un largo viaje

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Lo que nadie nunca te querráDonde viven las historias. Descúbrelo ahora