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*ALANA*

Ya paso más de una semana, donde la emperadora o mejor dicho no futura esposa Valentina fue atacada y para ser sincera su mejoramiento fue muy rápida cosa que me pareció extraño ya que una cortada así de profunda dura mucho en recuperarse y dejan cicatriz pero a Valentina no le dejo nada.

Pero ahora lo que más me tiene preocupada y nerviosa es la boda de mañana y lo que podría pasar después de la boda, ya entiendo que siempre hay que complacer a su majestad en todo momento pero puedo decir en voz alta que no estoy lista para que gran paso de mi vida.

Ahora me encontraba en el gran salón, mirando las hermosas vistas que me deja ver el gran ventanal, de mi reino o ya no reino por que ya no seré más la princesa de Vrokar del sur, si no la emperatriz del imperio más poderoso de todas las naciones juntas.

Aunque puedo decir que tengo mucho miedo en asumir ese cargo tal vez tengan razón la que debería de tener este lugar era mi hermana yo no estoy lista aún, tengo miedo en cometer grandes errores y que su majestad haga todo lo posible para que yo tenga una vida de miseria en las calle del pueblo, o peor aún que me mate.

La emperadora Valentina siempre me a gustado, desde hace mucho tiempo atrás pero yo todo el tiempo me repetía que nunca ella me haría caso y ahora el tiempo me a dado una lección una pero muy bonito cosa que agradezco pero ella siempre es algo fría no muestra casi sus sentimientos a diferencia de mi, soy todo color rosa aunque me gustan muchos los abrazos todos piensan que soy la princesa más linda y tierna pero yo no le presto atención a esas palabras.

— ¡su majestad el rey! – me giré hacia la puerta viendo a mi padre entrar.

— padre – me pare e hice una reverencia.

— cariño, ¿cómo estás? Ven siéntate – me senté a su lado.

— bien creo – el me miro con el ceño fruncido — si, osea, algo nerviosa ya sabes la boda será mañana.

— o cariño, verás si no te quieres casar dime ahora, y yo lo diré a la emperadora Valentina que no quieres aún.

—no, si quiero solo son nervios padre – le di una sonrisa sincera.

— te diré algo para se te quite esos nervios, cariño para que sepas aunque seas emperatriz de Izaecia nunca dejarás de ser la princesa más querida que siempre le a brindado amor y cuidado a cada uno de los ciudadanos de este reino siéntate orgullosa, de que serás la primera emperatriz y mujer de esa valentina y ve el lado bueno, la  tendrás para ti solita, solo si sabes como aprovecharla ya sabes en sentido te lo digo – mire a mi padre con los ojos entre cerrados mientras el reia, haciendo que me ria igual.

— padre no sabes cuánto te amo verdad te voy a  extrañar mucho – me abrazo a el.

Medio hora después de que nos interrumpieran por la estilista para el vestido de novia me tuve que separar de mi padre e irme con la estilista que mando Valentina para mi.

— que tal este, esta muy bonito en realidad – dice mi dama de compañía.

Tengo pensando llevarme a Sol conmigo ella es como mi mejor amiga tenemos mucha confianza y es la única la cual le e dado el permiso te tratarme de tu o como ella lo prefiera.

— esta muy bonito, me lo llevo.

En realidad si es muy bonito de todo los vestidos que hemos visto este es el elegido.

— todas afuera, menos tu Sol – le dije al ver que casi sale con las demás.

— ¿Ahora qué hice? – se acercó con un puchero.

— no exageres solo te diré algo que tal vez te guste – le levanto la vista hacia mi — quiero que vengas conmigo y sigas siendo mi dama de compañía en el imperio Izaecia.

Sus ojos de abrieron par en par.

— y.....yo....desde me estás diciendo que me llevarías contigo al imperio Izaecia.

Asenti.

— ay Dios, con mucho orgullo iré contigo – de la nada senti sus brazos la abraze de igual manera.

— eres como mi hermana sol y vales mucho para mi por eso no te quiero dejar sola aquí vivirás mejor, te haré una habitación para ti sola.

— si me darás ese hermoso privilegio con mucho gusto me iré con contigo – ambas reímos.

A la mañana siguiente, ya me encontraba en el imperio de mi futura esposa había llegado en la madrugada así lo quiso valentina ya que a esa hora no había mucho movimiento y podría llegar a salvo y ahora me encuentro en una habitación con mis damas de compañía el castillo desde la mañana a estado en movimiento por todo el preparativo de la  boda.

— que necesito ver a mi mujer! – escuche una  voz conocida afuera.

— te dije que y no me hagas llevarte a la fuerza a tu habitación – esa  voz fue de la emperatriz la madre de valentina.

Osea si la  madre esta ay Valentina también.

— no la veré solo la quiero dar un beso y quitarme los nerviosa – eso se escucho casi en un susurro.

— VALENTINAA! a tu habitación ahora – escuche como los pasos se iban alejando.

— parece que alguien haya afuera estaba muy desesperada por verte ya –aunque no puedo negar que también la quiero ver antes de la boda.

— y si la voy a ver – las damas de compañía me voltearon a ver rápidamente y yo bajé la mirada.

— ni se le ocurra – sol me apunto con el dedo haciendo llamar la atención de las demás sorprendidas por el gesto.

— venga sol, también te voy ayudar a conseguir a alguien para ti – ya sabía que eso no iba a funcionar.

— si claro, el 30 de febrero tal vez me case.

Nos miramos a los ojos retandonos cosa que no salió así y nos reímos, de la nada se puso sería y yo tosi por el cambio.

— sigan con su trabajo – les indique a cada una.

La hora de la boda llegó y todos los invitados habían llegados pero me había dado cuenta que había llegado la princesa esmeralda, que cada que vez que ve a mi prometida se le van los ojos ok debo admitir que mi prometida es sexy y hermosa pero no es necesario que alguna mujer venga y le hable tan cerca en el oído.

Mi padre estaba a mi lado el eran quien me iba a compañar hasta el alta, Valentina ya estaba allí por cómo me dijo mi padre.

La música comenzó a sonar y la gran puerta fue abierta dejando ver el largo pasillo por dónde tenía que caminar hasta llegar al lado de Valentina.

Mientras iba caminando veía cada cara reconocida habían duques, princesas, reinas, y rey y si no me equivoco también está el emperador Leonardo, junto a su esposa maya y sus hijas, sus hijas eran de esas princesa de papi que todo lo consiguen pero me acabo de enterar que el emperador trato de qué Valentina se casará con su hija mayor, pero está la rechazó.

Llegué al lado de Valentina nos miramos ambas a los ojos.

— estás hermosa – me dijo Valentina en un susurro.

— y tú estás radiante – y era cierto su traje era blanco con algunos detalles dorados.

Tenía una bata blanca que le llegaba casi al suelo, un pantalón y la camisa muy ajustada a su cuerpo que dejaba ver muy marcado su abdomen, con su cabellos negro suelto.

Al cabo de unos minutos dónde el padre dijo las palabras nosotras los votos y al final el beso dónde escuchamos los aplausos y más, salimos caminando por el pasillo hasta llegar al gran salón en la noche a las 8 teníamos que presentarnos al pueblo como recién casadas y yo como su emperatriz, aunque todavía no esté coronada, pero en dos días lo seré.

LA EMPERATRIZ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora