Epílogo

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Del armario husmea las ropas que están dobladas de manera ordenada, agarrando algunas de manera selectiva. Lincoln se dirige hasta el gran bolso negro con cierres a los costados, guardando las dos prendas que se olvido guardar. Las manos del albino se remueven entre el contenido que guardó, contando y nombrando cada producto, enlistando para saber si se olvida de algo más. El reloj sigue la marcha, agotando los minutos de la mañana. Eso, el chico al ver la hora, una arrugada y decolorada libreta que está amontonada con otras libretas del mismo color. Los ojos de él se abren de la sorpresa, haciendo una mueca para acercarse y agarrarla entre las manos, ojeando las viejas hojas, se detiene en las líneas negras de tinta que dificultan la lectura de las letras que tapa.

—Me pasé de tinta —bromea el chico pasando más hojas, curioseando por unos momentos antes de guardarlo en el bolso, encima de la ropa doblada. Listo, cierra los cierres para dejarlo en un costado de la habitación que se ve más vacía. El armario donde los cómics de él, siguen intactos, sin haber guardado ni uno al ser tantos, lo mismo con las figuras de acción. En la cama, el peluche tan preciado del chico descansa en la cama tendida—. Será el viaje largo, suerte que si falto a la prepa no me van a molestar, será la primera falta —comenta Lincoln mirando por última vez la habitación, acercándose a los cajones del escritorio, revelando dentro de muchos objetos irrelevantes, una cajetilla de cigarrillos Marlboro de veinte. Palpando el empaque arrugado, aun tiene algunos.

Agarra la mochila vacía, dejando los libros y cuadernillos en el escritorio, guarda el paquete junto al uniforme de trabajo. Sale de la habitación, listo para afrontar el último día en las delgadas paredes grises de esa casa. ¿Cómo será la despedida de él? Es la duda que no puede negarse en pensar, ¿fría? La madre de él y Lily como Lucy lo abrazaran, incluso les pediría que no se vaya aún. Pero, ¿Lana y su gemela cómo actuarán? ¿Y Lisa? Agradecería que ni aparezcan, la presencia de ese trío le trae malas sensaciones, produce unas ganas de alejarse y nunca escuchar esas voces irritantes.

—Buen día, Lincoln —una voz al lado de la puerta recién cerrada explota la nube de pensamientos.

—¡AAH! —grita Lincoln apartándose del lugar donde la voz proviene, jugando con las manos como si estuviera protegiéndose de una extraña figura. Resultando ser la hermana de este, mirando con una leve curvatura en los labios, dejando a la vista el ojo marrón de la adolescente con pijama puesto—. Lucy, carajo, esto si fue adrede. Casi conozco a la bisabuela Harriet.

—Salúdala de mi parte —bromea la chica separando el cuerpo reposado de la pared. Camina con paso muy lentos al lado de albino, regulando los latidos con una mano en el pecho.

—Graciosa —responde con una mueca, mirando de más el perfil de su hermana—, ¿necesitabas algo? Nunca te pones al lado de mi cuarto para esperar y darme un susto.

—Puede ser —contesta Lucy con monotonía, dejando que la leve sonrisa se desaparezca, jugando con los labios de un lado a otro, masticando las palabras que parece costarle producir—. Hoy te vas.

—Por fin, hace años quería irme —responde aliviado mientras Lincoln suelta un suspiro, expulsando la tensión de ese tema. Acercándose más a la puerta del baño, la voz de Lucy no se escucha por unos segundos, lo que llama la atención—. ¿Por q…? —Lincoln es interrumpido.

—¿Podemos salir juntos? A pasear —propone la chica bajando la mirada, abrazando las manos de ella guardando detrás de la espalda, la uña de Lucy se clavan en la piel de sus palmas. Evitando ver el rostro sorprendido de su hermano mayor, sin esperar ese pedido por ella.

—Bueno, debo ir a trabajar ahora, a la tarde quizás pueda cuando salga. Prepare todo en el bolso, pero, ¿tu no tienes que ir a la escuela? —consulta Lincoln con pizca de duda por la pregunta previa, mirando de reojo a su hermana, mientras deja de caminar al tener el baño delante suyo.

 MelancolíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora