— la vida... ¿qué es la vida? ¿por qué estoy viviendo? — Se preguntaba constantemente camille que después de dos intentos de suicidio, ambos claramente fallidos. seguía viviendo, no sabía que la mantenía con vida, ¿tal vez el miedo a la muerte?, no lo sabía.
camille estaba en el jardín trasero de la gran casa de los gasly, una familia que es socia e íntimos amigos de sus padres; y claro, de ella. charles gasly, su único amigo y heredero de los gasly, una de sus personas favoritas en el mundo.
al ver que no había nadie cerca camille sacó su caja de cigarrillos junto con su encendedor y prendió uno, tomando una gran bocanada seguida de un buen suspiro — para dejar de pensar estupideces, lo mejor es una bocanada de esto — suspiró aliviada hablándole a su cigarrillo.
— opino lo mismo, ¿me das un poco de fuego? — musito a lo lejos de la nada un chico alto y vestido de traje. al oírlo camille ahogó un grito y del susto tiró y piso con la suela roja de sus tacones el cigarro. — que desperdicio — pensó al ver su tranquilidad pisada en el suelo por sus tacones caros.
cuando por fin estuvo cerca de ella la miró de arriba a abajo — ¿bea? — Se preguntó internamente. — entonces me compartes fuego o no... — sonrió. la fémina miró a todo lados — ¿me hablas a mí? no tengo ningún encendedor — se hizo la desentendida.
el desconocido señaló hacia abajo dejando en evidencia el cigarrillo de la joven a lo que esta alzó las manos rendida — me atrapaste, no lo cuentes a nadie y te comparto de mi fuego — mencionó mientras buscaba su encendedor en su bolso. — mis labios son una tumba ... — sonrió y movió sus manos haciendo señas para que le dijera su nombre. — camille, camille borbón — musitó para por fin sacar un lindo encendedor rosa en forma de hello kitty. — que lindo, señorita camille — sonrió mientras lo tomaba y encendía el cigarrillo en su boca cubriendo el viento con su mano. — haz estado en la pasarela de salvatore ferragamo, ¿no? — preguntó soltando una bocanada de humo. — si, varias veces. pero a todo esto, ¿tu eres?... — pregintó también encendiendo un cigarrillo. — me presentó, soy marco, marco salvatore. heredero de salvatore ferragamo — hizo una reverencia y sonrió. — ooh claro, de ahí te conocía, también juegas en el paris saint germany o ¿me equivoco? — esbozó una sonrisa. — estas hablando con el mejor centro campista del equipo — río.
ambos chicos siguieron hablando hasta que se vieron interrumpidos por la madre de la fémina quien la estaba buscando porque su limusina había llegado. — camille, es hora de irnos — murmuró seria mirando a su hija para luego mirar a su acompañante — hola marco, ¿que tal tu madre? — esta vez si sonrió. — muy bien señora madeleine, me encontraba conversando con su hija, es una chica muy... interesante — sonrió a la mayor y miró a camille. — camille, si gustas puedes seguir hablando con tu nuevo amigo, solo no hagas nada estúpido, Chao hija, besos — habló la mayor mirándose en un espejo dirigiéndose hacia la parte de adentro de la mansión.
— wow, nunca había visto a mi mamá ser tan amable, pasame la receta — río — pues que te digo camille, todos me aman — fingió superioridad — si claro — río aún más — ¡es encerio, no has visto como las señoras me pasan a sus hijos para que les eche la bendición! — hizo un puchero. — puajajajajaja, no puedo marco, ni que fueras el papa jajajajaja — dijo la castaña entre risas. — lo sé, están medio locas — siguió entre risas.
al finalizar la velada, fue hora de que ambos jóvenes regresaran cada unos a sus respectivos hogares. la castaña subió triste al auto; saludando a su chófer cabiz baja. estaba triste de no seguir con aque chico de ojos cansados y risa contagiosa.
al llegar a su casa subió inmediatamente a su habitación desmaquillandoce y desvistiendoce mientras no dejaba de pensar en aquel chico.
así transcurrió su noche, no podía dormir, aunque ya era costumbre; quería con toda su alma tomarce un somnífero de los que tenía ocultos pero iba a parecer drogada en la sesión de fotos que tenia mañana y antes que ella, iba su trabajo.
no aguantó; lo necesitaba tanto, otra vez estaba con su puto vicio a los somníferos, pero no aguantaba más; no aguantaba el insomnio. no podía más. pero había algo, aquel chico la tenía inquieta; quería conocerlo mejor, saber todo sobre él. necesitaba saberlo, comenzó a pensar cual fue la última vez que de verdad le interesaba algo además de morir.
por otro lado, el chico estaba igual; sentado en su escritorio con su pierna moviéndose de arriba abajo mientras veía una foto de beatrice, su hermana; eran idénticas, su cabello castaño, sus ojos cafés, esa sonrisa tan brillante, su manera de hablar, hasta su altura. pero había algo, algo las diferenciaba; su mirada, camille tenía una mirada triste, sin vida; ojeras cubiertas por corrector y ojos completamente muertos. en cambio bea, bea podía hacerlo feliz con tan solo mirar esos ojos vivos y grandes. esa era su misión; debía volver a ver esa mirada. y la única forma en la que podía hacerlo era por medio de camille, debía hacer que ella lo mirara así. solo así vería a su querida hermanita.
