4| Gin Tonic

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—¿Cielo? —preguntó Charlie.

—No mientas, aún no logramos convencer a la corte para que acepten a un pecador en el cielo —dijo Vaggie, cruzándose de brazos.

—No estoy mintiendo, lo juro por mi madre… —Miró al techo. —… Que en paz descanse —susurró Alastor, a lo que yo entrecerré los ojos.

—No te creo —dije esta vez yo.

—En realidad, estuve investigando y llegó esto. —Sacó de su bolsillo un sobre.

—¿Qué es? —preguntó Niffty acercándose.

—Es una carta del cielo. —Todos jadeamos. —De Sir. Pentious.

—Imposible, él está muerto. —Apretó la mandíbula Vaggie al decir eso, mientras que abrazaba a Charlie que le llegaron los ojos de lágrimas.

—Eso creímos, pero lo bueno de él es que es un padre presente. —Abrió la carta. —“Querida princesa del infierno. Quiero que cuide a mis——.

—¡¿Le robaste el correo a Charlie?! —gritó alterada Vaggie, sacando su lanza.

—La lechuza, la lechuza hace sh~. —Alastor puso un dedo en sus labios y continuó: —“… Quiero que cuide a mis huevos. Son como mis hijos. No me perdonaría que algo les pasase. Yo estoy aquí, en el cielo, tras ser impactado, ascendí por mi sacrificio sin egoísmo. Estoy haciendo los trámites para reconocerme como, ahora ángel. Pd: díganle a Cherry que la espero aquí, porque espero a que todos se rediman. Adiós, princesa”. —Dobló la carta y volvió a meterla en el sobre. Todos estábamos en silencio, pensativos.

—¡Un pecador se redimió! ¡La corte lo aprobó! Por eso… ¿Quieres que Angel se redima? —preguntó emocionada Charlie, hacia Alastor. Crucé miradas con Vaggie. Estábamos de acuerdo: había algo detrás.

—Por supuesto. Me encantaría que Angel se redimiera, por eso le propuse ayudarlo. Estamos gastando muchos recursos en mantenerlo y él no se esfuerza lo suficiente en redimirse. La viborita vino después y se fue antes —explicó Alastor con su sonrisa. Yo mantuve silencio con mi semblante serio. No le creía. Ni una palabra. No iba a permitir que te tocara ni un pelo. Sabía que iba a lastimarte.

—Linda, no lo sé… —susurró Vaggie a Charlie que bajó su sonrisa. —… No me da buena espina.

—Amor, confía en él. Capaz hasta él quiere redimirse. —Vaggie miró a Alastor, que hizo que sonriera aún más. Me parecía macabra la idea que alguien como él se redimiera. Es imposible que una persona que desea tanto poder, sea capaz de redimirse o que pretenda hacerlo.

—Charlie, te apoyo en todo, menos en esto. —Se mantuvo firme el ángel caído. Todos nos quedamos callados ante la discusión de la pareja, haciendo que Charlie retroceda hacia Alastor.

—Bueno, él les va a demostrar que se equivocan. ¿Verdad, Al? —dijo dulce. No voy a culparla, ella confía en él como en todos, pero es diferente, él es diferente. Ella no puede confiar tan ciegamente en él. —Yo confío en él.

—Muchas gracias, princesa —dijo Alastor y comenzó a caminar. —Bien, tengo que retirarme a transmitir, ya son las seis… —Me miró de reojo. —… Hay demonios que sí hacen algo más que estar de fracasados.

Me mantuve callado pero no pude evitar gruñir. No iba a caer en sus estúpidas provocaciones. Finalmente se fue, desapareciendo. Todos nos quedamos callados, mirándonos los unos a los otros, hasta que la puerta se abrió, dejando ver a Angel.
Al sentir el ambiente tenso, hiciste una mueca.

—¿Qué pasó? —preguntaste. Charlie se te acercó dando saltos y te tomó de los hombros, abrazándote.

—¡Alastor nos contó todo! —Tu cara lo decía todo: de nuevo esa cara de terror.

—¿Q–Qué? ¿En serio?

—¡Sí! —Charlie se separó y te miró, tomándote de las mejillas. —Te quieres redimir. Dijo que te ayudaría a ir al cielo.

—Oh… Sí, es eso. —Te reíste. Alejaste las manos de Charlie y retrocediste. Era fácil ver cómo mentías, pero Charlie no lo quería ver, prefería cegarse con la esperanza, antes de admitir que alguien no es tan bueno como ella. —Sí, me esforzaré para ser el primer redimido.

—En realidad, Sir. Pentious ya lo hizo —intervino Niffty, levantando su mano. Angel se mostró asombrado y sonrió.

—¿En serio? Me alegro mucho. Entonces también lo haré. Voy a hacerte sentir orgullosa, Charlie. —Te dirigiste a las escaleras. —En fin, tengo que descansar. Fue un día largo. —Te despediste con la mano. —Buenas noches, maricones.

—¡Buenas noches! —exclamó Charlie.

Volví a cruzar miradas con Vaggie que negó con la cabeza. No podíamos estar más de acuerdo en esta situación. Todo va a salir mal, muy mal.

Lo que pasaría si te fueras | HuskerdustDonde viven las historias. Descúbrelo ahora