Hace muchos pero muchos años atrás, en un Japón antiguo...
En un lugar separado del plano de la realidad se podía observar un enorme templo rodeado por arboledas de cerezos y flores de las cuales en su interior crecían diamantes y gemas de todos los tipos, mientras que en las fuentes de agua del lugar se podían observar brillante monedas de oro y plata dándole al lugar un ambiente mágico salido completamente de la fantasía o un cuento hecho realidad.
Y en aquel misterioso lugar se podía ver en uno de los grandes jardines de aquel templo a un joven de aproximadamente unos 13 años, este era de cabellos rosados opacos, este se encontraba sentado bajo un árbol en una posición de modo de meditación, con las piernas cruzadas y sus manos juntas, y vestía solamente con un sencillo par de pantalones de color blanco y sin camisa.
Creí que te había dicho que esa pose no influye de ninguna manera— dijo repentinamente una mujer, aquella que era dueña de aquel lugar y que ahora se encontraba parada frente al joven observandolo.
Ya lo sé, pero es lo único que se me ocurrió— respondió él joven, abriendo sus ojos para luego suspirar con cansancio y relajar sus hombros— ah, esto es más complicado de lo que imaginaba...— dijo él chico con tristeza, ahora viendo a la mujer la cual era de largos cabellos plateados y esbelta figuras y poseia un par de orejas de zorro y una larga cola— no entiendo como es que lo hacen.
Ya te dije que nuestros cuerpos son diferentes— dijo la mujer acercandosé al jóven para luego sentarse en el suelo frente a él— las maldiciones como yo somos concentraciones directas de energía maldita así que para nosotros manipular dicha energía maldita es tan natural como respirar; mientras tanto los exorcistas o hechiceros son humanos pero que aprendieron a manipular esa energía, sin embargo esas personas son entrenadas desde temprana edad por lo cual es natural para ellos usarla también— respondió con tranquilidad, intentando explicarle al menor.
Entonces, es imposible para mí aprender ¿No es así Sanae?— pregunto él joven pelirrosa, bajando su mirada un poco decepcionado, pero rápidamente volvió a levantar la vista al sentir como dos suaves manos sujetaban las suyas con delicadeza.
Nunca dije que no pudieras aprender— hablo la maldición de blanco, sujetando las manos del niño mientras lo miraba con una sonrisa amable— es verdad a diferencia de los hechiceros que aprenden eso desde temprana edad, tu no tuviste esa forma, más no quiere decir que sea imposible— al decir aquello, la mujer sujeto un poco más firme el agarre de las manos con él niño y acercó su rostro al de él.
¿¡Sa- Sanae!?— exclamó un jóven Sukuna muy sonrojado y confundido por aquella repentina acción, más aún cuando ella juntó suavemente su frente con la de él.
Respira hondo y cierra los ojos— indico Sanae con voz calmada, sin apartarse de Sukuna ni soltar sus manos.
A pesar de sus nervios y dudas Sukuna hizo caso y cerro sus ojos, obedeciendo las instrucciones de la maldición progenitora. Al hacerlo Sanae mantuvo su cercanía observando atentamente al chico.
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El Amor Perdido De Sukuna
FanfictionAquel ser que era conocido como él mismísimo rey de las maldiciones Ryomen Sukuna, aquel ser que solo podía encontrar diversión en las matanzas y destrucción. pero incluso una maldición de clase especial como él tuvo que tener un pasado; un pasado...