Maldición

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Capítulo diez: cordura

Una pelea se había desatado por la noche en casa de Chaeryeong, poniendo en alerta a Ryujin por cualquier cosa.

Chaeryeong había logrado zafarse del agarre de Park, reaccionando con darle una patada en el estómago, derribandolo.

Había perdido la cordura y había arremetido con su propio destino, o en otras palabras con su maldición.

Salió de casa luego de apuñalar a Park en distintas áreas y corrió hacia el departamento de Ryujin, dejando sangre por todos lados.

—¡Ryujin! ¡abre!—gritaba golpeando la puerta.

Se dejó caer cuando por fin estuvo dentro junto a Ryujin.

—Gol-golpeé a Park, ¡lo golpeé!—mostró sus nudillos con sangre.

—Tranquilizate, ¿dónde están los
niños?—angustiada abrazó a Chaeryeong, tratando de calmarla.

—Con mi madre~—hablaba con la respiración agitada mientras se escondía en el pecho de Ryujin.

La policía llegó después por reporte de otro vecino y Chaeryeong fue llevada a investigación.

Pero estaba tranquila, sentía que la verdadera paz entraba en ella. Había arremetido con su maldición, rompiéndola por fin soltándose de ese lazo.

Ay el querer, a veces le gustaría estar loca. El querer causa pena, una pena que no tiene fin.

Había aprendido a no temerle al camino.

El mal querer | RyuryeongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora