Capítulo 4: Misterios del bosque

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Sentir la lentitud de mi corazón, me daba la sensación de que se había detenido el tiempo, como si en realidad, me encontrara en un sueño, en donde nada de eso estuviera pasando, uno en donde en realidad el Sargento no pareciera estar tirándome el rollo, resultaba fantasioso, irreal hasta cierto punto... ¿por qué? 

El inconfundible ruido de un disparo rompió la tensión. 

El Sargento miraba hacia arriba, su mano derecha apuntaba hacia la misma dirección empuñando su pistola. Él había disparado, algo pesado cayó del árbol, sobre unos arbustos cercanos, ahora todo cobraba sentido. 

—¿Me dijiste que no me moviera, porque había algo arriba de nosotros? —indago avergonzada de la malinterpretación de la situación

—¿Por qué más sería? —dudo, mientras recargaba el arma

—No, por nada, y me agarraste el cuello, ¿por qué?... —extiendo con incomodidad

El Sargento Vansua muestra la palma de su mano descubierta, manchada con un líquido rojo, muy obscuro, como si se tratara de sangre vieja.

—Esto goteo desde lo alto del árbol, supuse que sería sangre y que alguien nos estaba espiando, pero es casi negro...no creo que lo sea, pero si había algo siguiéndonos, como no estaba seguro de como reaccionarias, por lo que opte por no alterarte hasta tener una mira para eliminar el obstáculo. 

Explico limpiando el líquido en un pañuelo para luego guardarlo en una bolsa sellada, el guante negro regreso a su mano antes de que decidiera continuar su explicación. 

—Lamento que te haya parecido inapropiado, pero caminar en este bosque es más peligroso de lo que piensas. No hay marguen para errores.

—No para nada, solo fue raro... —respondo sintiéndose extraña con su respuesta

Todo en sus palabras parecía tener sentido, pero no sé, aun intuía que se trataba de algo más, talvez algo que no deseaba contar, aunque tampoco deseaba averiguar más, solo podía concentrarme en recuperar la calma que había sido robada con ese tiro. 

A pesar de que no lo pareciera, comprendo la situación en la que nos encontramos, el ambiente profesional, serio y peligroso, así que no queda más que dejar los sentimientos de lado, como siempre, y dedicar nuestra atención a lo que fuera que estuviera pasando en ese bendito bosque, la prueba podía esperar un poco. 

Miro hacia el lugar donde había caído el obstáculo como la había llamado el Sargento Vansua, él se adelantó cautelosamente al área de impacto, yo cubría sus espaldas, presionando tanto el arma que sentía que se me dormirían las manos, sé que la de la iniciativa había sido única y exclusivamente mía, pero comenzaba a tener mis dudas, el asunto se había tornado bastante extraño. Enfrente de nosotros, un bulto, una mancha negra a penas visible en la oscuridad, el cañón del arma tiembla o más bien, yo soy la que lo hace, por suerte el Sargento esta más ocupado en el bulto que en lo que sucediera o no conmigo, lo agradezco, mientras apretó los dientes al ver al Sargento voltear el obstáculo de una patada.  

—No distingo nada... —digo como si no fuera ya bastante claro

Al terminar la frase, una radiante luz roja ilumino terroríficamente el bulto que yacía en el suelo, la escena se había pintado de un tono tétrico, la luz provenía de una de sus manos, los destellos bailaban entre sus dedos y volvían a nacer de sus poros.   

—¡¿Puedes hacer eso, porque no lo hiciste para que pudiéramos ver hacia dónde íbamos?! —reclamo, molesta de que no lo hiciera antes, eso nos hubiera ahorrado muchos problemas

Little HopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora