Capítulo 5: ¿Te gustan las rosas?

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Miro alrededor, es simplemente imposible desaparecer a alguien tan grande, alzo la mirada y un piñón cae, pero consigo esquivarlo, este se destroza en el suelo.

—Arriba Jones —gruño la malhumorada y reconocida voz del Sargento desde lo alto

—¡¿Qué haces ahí?! —digo sobresaltada

Disfrutando de la vista, amo ver las aves, colgado de los pinos... ¡¿obviamente caí en una trampa?! —exclamo con sarcasmo, mientras intentaba liberarse, aunque solo conseguía mecerse

Al parecer el Sargento había sido capturado por una trampa, sostenido en una de las ramas del pino, cautivo completamente del cuello hasta los pies por la red, seguramente alguien estaba intentando hacerse con una buena cena, bueno, al menos puede considerarse con suerte, pudo haber sido una trampa para osos, una pierna rota duele más que dormir en las alturas. Aun así, su tamaño no lo ayudaba para nada, a penas y podía moverse.

—Lo siento, que grosero. —digo frunciendo el cejo, aunque termino por sonreír— Bueno, si te molesto tanto, puedo irme, ¿eres el mejor Sargento no? ya encontraras la manera de bajar por tu cuenta ... ¡Adiós Sargento!

Di unos pasos atrás mientras silbaba una melodía, lo suficientemente pegajosa para que sea fastidiosa.

La facción del Sargento no lucia para nada contenta incluso podía jurar que había cambiado de tono, rojizo y de sus ojos salían llamas, llamas y chispas.

—¿Qué crees que digan en la base, si llego sin mi instructor?, porque cayo en una trampa... —alardeo, satisfecha de tener la situación en mis manos

A los tipos grandes no les gusta la ayuda, ellos la otorgan, mas nunca la necesitan.

Mierda... —maldijo a regañadientes, no podía hacer nada más, tenía que seguirme el juego— bien, tú ganas Jones....ayúdame a bajar

—¿Qué dijiste Sargento? ¿no escuche la palabra mágica? —pregunto con burla

El Sargento se retorció del coraje, pero cedió. 

—...... ¿Jones, me ayudas a bajar por favor? Si eres tan amable.... —dijo mientras con sus ojos parecía insultarme en todos los idiomas posibles

—Así está mejor, ves que si nos podemos entender —dijo Carrie satisfecha

Bueno, era suficiente, la idea tampoco era dejar que su bilis lo matara, busque la atadura principal de la trampa y la desató.

—Espera... —fue interrumpido por el quebrar de la soga

Cerro los ojos esperando el impacto, pero su sorpresa fue mayor al abrirlos.

Los osos son fuertes, los Grizzli aún más, nunca pienso demasiado al cambiar de forma, a veces las decisiones se dan por si solas, de forma natural, el cambiar de mi cuerpo se vuelve automático, un bosque, hojas secas, pinos y ciprés, mi yo animal encajaba a la perfección con el ambiente y la mente juega su papel. 

Sigo siendo humana, aunque en el fondo escucho una voz animal.

Siento el miedo del Sargento, huelo la adrenalina, veo la desconfianza que siente entre mis brazos, o debería decir patas.

Lo recuesto e intento romper las ataduras con el filo de mis garras, pero extrañamente no logro causarle ni un mínimo rasguño. Vuelvo a ser humana, tenía que intentar algo más.

¿Ahora qué? Es muy resistente, debió destrozarse —digo sorprendida del material de la red

—Dentro de la bota derecha tengo una navaja, úsala —indica el Sargento con la mirada

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