Capítulo 11: Nueva oportunidad parte II

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—¿Quién es el festejado? —

pregunto cambiando el tema, intentando aligerar un poco el ambiente




El Sargento hizo una mueca antes de responder. 

—Mi hermana, es la fiesta de mi hermana menor. 


Ahora la mueca era mía, había más ¿cuántos eran?, estaba el chico científico, Wilson, el hermano que solo había escuchado mencionar a través de la radio y ahora su hermana menor, vaya que eran una familia grande, pero eso no era lo que me impresionaba, sino el hecho de que no veía al Sargento como alguien demasiado familiar, sino más bien, como un ermitaño.  

El Sargento, bueno, Rick no pareció notar la impresión que había ocasionado su respuesta, en realidad, estaba más enfocado en salir de todo el ajetreo de la fiesta de su hermana. Nos detuvimos frente a dos enormes puertas de vidrio, daban hacia el pasillo, solo basto que las atravesáramos para que el ruido exterior pasara a ser de fondo.  

—¿Cuántos cumple? —pregunto echando un último vistazo al jardín, había más personas que hace unos instantes

—No es su cumpleaños, es más bien, su fiesta de presentación. —explico Rick con cierto desdén, mientras apresuraba el paso

—¿Y eso que es? —pregunto sin entender de lo que me hablaba

—Es básicamente, una fiesta en la que una familia muestra a sus hijas ante la sociedad, para informarles que ya no es una niña y está disponible para casarse —respondió abriendo una de las puertas, estaba de más decirlo, no estaba de acuerdo con la fiesta

—Oh, ya veo —digo algo arrepentida de haber preguntado 


Ingresamos a la habitación, una cocina con techo alto y brillante. Mi mirada recorrió el lugar; las encimeras y el suelo de mármol resplandecían de una forma indescriptible. Lo único que me detenía de seguir explorando era la presencia del Sargento; no quería avergonzarme más de lo que ya había hecho durante el día. Aunque no podía negar que era la primera vez que veía un lugar así, mi expresión lo revelaba todo.

Rick dejó la caja sobre una de las encimeras y abrió la alacena para sacar un juego de vasos con delicadas decoraciones talladas.

Llenó uno de los vasos con agua —que bebió de un sorbo— y me observó en silencio. Probablemente había notado la ingenua expresión en mi rostro. ¿Qué más podía decir? Desde que partí, había pasado por albergues hasta llegar a la incómoda banca del parque, era de esperarse que me comportara de aquella forma. 

—¿Quieres algo de beber? —pregunto Rick desabrochando el botón de su saco para sentarse en una de las sillas de la barra

—Lo que quieras —respondo claramente incomoda con la situación


Rick giró sin levantarse del asiento y usó su telekinesis para abrir el enorme refrigerador frente a él.

—Tenemos jugo de naranja, arándano, manzana, limonada, leche... también de chocolate... creo que eso es té —enumeró Rick, observando los envases dentro del refrigerador, y luego soltó una pequeña risa—. Elige lo que quieras, de todas formas, no es posible que te humilles más de lo que lo hiciste hoy.

—Ya te habías tardado en hablar, siempre eres tan sarcástico... —bufó acercándome al refrigerador, tomando una jarra de vidrio con té para servir

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