Capitulo 14: Días de café

6 1 0
                                    

Mares de papeles, mis ojos bailan entre las líneas, mis dedos se posan sobre las fotografías «sobre sus rostros» «sonrisas» «se detienen al mirar la naturalidad con la que fueron capturadas» en realidad ninguno de ellos noto el lente de la cámara, aunque sé que ese es el punto de los investigadores, nunca deja de sorprenderme la precisión de su trabajo, la sutileza con la que nos consiguen un buen material para el tablero.

Estibo las carpetas, armo los casos y los acomodo uno a uno, a veces el trabajo me lleva un día a veces una semana entera, no es un trabajo divertido, no es para nada interesante hacerla de secretaria, aunque sé que sin organización los casos no podrían llegar a concretarse jamás, o al menos eso dice Jenna.

Los lunes son los días más productivos, los martes organizamos datos, en miércoles los fotógrafos dan seguimiento a los objetivos, los jueves tenemos las juntas directivas, el viernes es el día de mayor carga de trabajo para los agentes de campo, tienen que dar cuerda suelta a sus infiltraciones, conseguir cada partícula de información que nos sirviera, siendo cuidadosos, claro, tampoco se trataba de dejar la vida en ello y los fines de semana, bueno, yo descansaba los fines de semana, pero supongo que el resto de los agentes seguía con sus actividades regulares.

Para nosotras eran días de café, Jena y yo, aprovechábamos muy bien esos pequeños recesos para ponernos al corriente, la vieja panadería de los Spencer era un sitio acogedor «para personas como nosotros» en lo particular, Jenna conocía bien a los dueños, así que nos reservaban una mesa junto a la ventana —la mejor mesa— daba vista directa a la calle principal y estaba justo al lado del exhibidor de postres, en nuestras visitas nunca faltaba el pastel y una buena taza de café, aunque las pláticas no siempre fueran dulces, como en ese día.

—La confianza es buena, Carrie, pero... —sostiene Jena mientras agita el café y me mira

—No puedo fiarme siempre de ella, lo sé, créeme que lo se.


A completó con cierto fastidio, no era ni la primera ni última vez que usaba ese sermón contra mí, sabía muy bien para donde iba su frase, pero, aunque a ella le costara aceptarlo, yo ya no era tan ingenua como pensaba, hacia demasiado que había dejado de ser una niña.

—Tampoco es para que lo tomes tan mal. —dijo con una pizca de tristeza en la voz y yo no pude evitar agachar la mirada, no quería ser grosera, pero la frustración sacaba lo peor de mi

—No lo hago, lo siento, es solo que me pides que me quede parada sin hacer nada y es difícil, yo también quiero sentirme relevante, quiero saber que también ayudo.

—Y lo haces —asegura mientras asienta con la cabeza— pero desde donde estas, no es necesario que te arriesgues, menos ahora, cuando las cosas ya han avanzado demasiado.

—¡Tienes miedo que arruine las cosas, acéptalo! —pienso en voz alta

—¡Carrie...! No digas eso, nunca pensaría eso, jamás.

—Entonces déjame ayudarte, deja de fingir que puedes cargar con todo esto sola.

—Ja, buena —dijo divertida, relajando un poco el ambiente— aunque esa frase no conseguirá que cambie de opinión señorita, ni un poco.

—¡Jena, no seas así! Tú sabes mejor que nadie que me muero por ser una agente.

—¡Ja! Por favor ¿escúchate?, yo solo escucho «¡Jena, por favor deja que me ponga en peligro!» se nota que aún no sabes nada de los riesgos de este trabajo.

—¡¿Y cómo voy a saberlo si no me dejas experimentarlo?!


Jena suspira y da un sorbo a su café para relajarse.

Little HopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora