Capítulo 1

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ENTRE SOMBRAS Y EL INSTINTO DE SOBREVIVIR.

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Mis párpados se alzan con lentitud, pesados por el letargo de un sueño profundo. La luz que se filtra en la cueva apenas ilumina el espacio, dejando sombras danzarinas en las paredes de roca. Me incorporo con cuidado, sintiendo el frío del suelo contra mis manos temblorosas.

A mi alrededor, otras figuras se mueven con la misma confusión que yo siento. Hemos despertado juntos en este lugar oscuro y desconocido, sin memoria de cómo llegamos aquí ni de quiénes somos. Intento recordar, buscar en los rincones de mi mente algún indicio de mi vida pasada, pero solo encuentro imágenes borrosas y fragmentadas. Un hospital. Luces brillantes. Voces que hablan en tonos urgentes. Nada más.

Una voz a mi lado me saca de mis pensamientos. Es una mujer joven, con el ceño fruncido en una expresión de desconcierto.

—¿Estás bien?—pregunta.

Asiento, aunque en realidad no lo sé. Ninguno de nosotros parece estar bien. Algunos hablan entre sí, tratando de reconstruir lo que ha sucedido, pero todo es confuso y fragmentario.

Salimos de la cueva, impulsados por un instinto primordial: la necesidad de alimentarnos. El paisaje exterior es desolador, un mundo que alguna vez fue próspero y ahora yace en ruinas.

—Tenemos que encontrar comida—dice alguien a mi lado, y asentimos, todos conscientes de la urgencia de la situación.

Caminamos en silencio, somos un total de veinte personas, cada una perdida en sus propios pensamientos. No hay respuestas, solo preguntas sin respuesta. ¿Quiénes éramos antes de esto? ¿Qué nos ha llevado a despertar en esta cueva, sin recuerdos y sin pasado?

Mientras avanzamos, una sensación de urgencia crece en mi interior. Sé que tengo que encontrar respuestas, que tengo que descubrir quién soy realmente y qué ha sucedido en este mundo quebrantado por una ¿guerra? Todo está en completa ruina. Solo algunos edificios están en pie, pero cubiertos de matorrales y la oscuridad se ciñe a ellos. Mis botas pisan algo viscoso e inmediatamente miro hacia abajo, he entrado dentro de un charco de lo que parece ser sangre coagulada. Mi pulso se acelera y un escalofrío me recorre el cuerpo. Alzo la cabeza para encontrarme con la mirada de todas esas personas desconocidas sobre mí.

—Este lugar no parece ser seguro, hay que largarnos de aquí—comenta un chico de contextura desgarbada a mi lado.

Dejan de mirarme y continúan, mientras tanto proceso el hecho de que no hay ningún anciano o niño con nosotros. Todos somos adultos jóvenes, lo cual me parece aun más extraño.

—¿Necesitas ayuda?—pregunta una voz femenina a mi espalda.

—No, no. Puedo sola.

Salgo del charco viscoso tratando de alejar la imagen de la sangre de mi cabeza. Avanzo y la chica ralentiza sus pasos a los míos. La miro de reojo, su cabello pelirrojo es una maraña de enredos, aunque el mío debe estar peor.

—Todo esto es tan confuso…y hace mucho frío en este lugar—suspira la chica.

Esta vez si la miro de lleno, ella se encuentra perdida en sus pensamientos. Su rostro huesudo está completamente sucio y con costras, lo único que parece pulcro son sus ojos azules. Mi corazón se encoje. Me despojo de mi sudadera y se la ofrezco, no me importa quedarme solo con una camiseta de mangas cortas.

El último cuervo #ONC2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora