Capítulo 2

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BIENVENIDA OTRA VEZ, ALICE.

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Ambas intentamos huir a la primera, pero llegaron otros hombres armados y nos acorralaron. Solo hemos quedado cinco, incluyéndonos a nosotras dos. Un tipo golpea a la pelirroja, ya que no se queda quieta. Ella ha estado temblando a cada rato, intento arrastrarme hacia allá, no obstante, alguien se da cuenta de mis intenciones y me patea en el estómago. Quedo sin aire debido a la fuerza con la que lo hizo y me derrumbo por completo en el suelo. Pego un grito de dolor cuando me hala del cabello hacia arriba.

—Serás nuestro juguete por unos días, al menos agradece que puse mis ojos en ti y compórtate bien—susurra con voz ronca en mi oído.

Siento su lengua lamber el lóbulo de mi oreja y me estremezco. Se me empañan las vistas por la impotencia.

—¡Everett!—grita un hombre enfurecido entrando en mi campo de visión. Lo veo borroso debido a las lágrimas que salieron sin darme cuenta. Tengo la bilis en la boca. Mi cuerpo ya no aguanta más dolor.

—¿Qué quieres, Sonne?

—¡Qué carajo has hecho!

—Nada que no me hayas pedido.

—Te pedí que destruyeras al maldito monstruo ¡No a las presas!

—Eso…

—Suelta a la chica.

—No.

—¡Suéltala! ¡Te lo ordeno!

—Esto no se va a quedar así, querida—susurra otra vez en mi oído.

—¡Eve…!

Antes de que aquel hombre termine de gritar suelta mi cabello. Mis piernas flaquean y estoy a punto de irme de bruces, pero aquel tipo me acorrala en sus brazos. Estoy tan cansada que no me quedan ánimos para patalear o pelear por mi vida.

—Everett, conduce a los demás al campamento, sin lastimar a nadie. Es una orden—gruñe.

Escucho varios pasos alejarse. Un silencio sepulcral se forma alrededor, miles de pensamientos de lo que pueda pasar en los siguientes minutos se revuelven en mi mente, lo hacen tan rápido que no puedo concentrarme tan siquiera en uno solo. Decido romper el silencio.

—¿Me vas a lastimar?—sollozo.

—No, no te lastimaré. Bienvenida otra vez, Alice—me aprieta aún más con sus brazos, pero no de una manera rústica, si no acogedora.

—¿Alice?—pregunto atónita.

—Sí, Alice. Ese es tu nombre…Alice Wagner. Tu hermano se pondrá feliz al verte. Te ha esperado todo este tiempo.

—¿Hermano?

—Él te lo explicará todo más tarde. Ahora debo llevarte al campamento, debes darte un baño, alimentarte y descansar. Ha sido un día muy duro para ti.

—La chica pelirroja, ¿a ella también la llevarán allí?

Deshace el abrazo y por primera vez puedo ver bien su rostro. Frunzo el ceño procesando lo que veo.

—¿Pelirroja? ¿Había una chica pelirroja?—pregunta con una nota de esperanza en su voz.

—Eres idéntico a ella—suspiro.

—¿Es posible? No, no. Ella está muerta, debe ser otra persona—niega con la cabeza dos veces.

—Se parecen mucho…

—No, solo debes haber confundido nuestros rasgos. Estas muy cansada, ¿me dejas cargarte?

—Eres muy amable para ser uno de ellos.

—Este soy yo realmente. Entonces, ¿sí? O ¿no?

—Está bien.

Él pasa sus brazos por debajo de mis piernas y me alza en volandas. Comienza a caminar y empiezo a creer que es una copia exacta de la chica pelirroja. Sus rostros son tan idénticos, aunque el de ella estaba un poco demacrado, se puede notar la similitud.

Unos escalofríos repentinos me recorren el cuerpo, no me había dado cuenta de que estaba sudando frío. 

—Alice, no te desmayes…—escucho el pánico en su voz y como sus palabras se apagan poco a poco, hasta que la oscuridad me arropa con su manta y me arrastra con ella.

El último cuervo #ONC2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora