Capítulo 3

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DESPERTAR EN LO DESCONOCIDO.

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Cuando recobro la conciencia, no reconozco el lugar en el que me encuentro. Estoy tumbada en una cama limpia y cómoda, envuelta en mantas suaves. Una luz tenue ilumina la habitación, y el suave murmullo de voces desconocidas llega a mis oídos.

Me siento confundida y desorientada. ¿Dónde estoy? ¿Qué ha pasado? Intento recordar los eventos previos a mi desmayo, pero todo es borroso y confuso. Solo recuerdo la voz ronca susurrándome al oído, el agarre firme del otro hombre, y luego, la oscuridad.

Con cuidado, me incorporo en la cama y miro a mi alrededor. La habitación es sencilla pero acogedora, con muebles rústicos y detalles que denotan cuidado y atención. Una figura se acerca a mí, y reconozco al hombre que me rescató de aquel otro individuo.

—¿Estás despierta, Alice?—su voz es cálida y reconfortante.

Asiento lentamente, todavía tratando de procesar toda la información que llega a mí.

—¿Dónde estoy?—mi voz suena débil y temblorosa.

—Estás a salvo. No debes preocuparte—intenta tranquilizarme el hombre—. Soy William, y tú estás en nuestra comunidad. Te hemos estado cuidando desde que te encontramos.

William me ofrece una sonrisa amable, pero no puedo evitar sentirme inquieta. ¿Quiénes son ellos? ¿Por qué me están cuidando? Y, sobre todo, ¿qué pasó con la chica pelirroja?

—¿Y la chica pelirroja?—mi voz tiembla mientras formulo la pregunta.

—Ella está bien—se acerca un poco y retrocedo en la cama asustada. Él se detiene al ver mi reacción—. Lo siento, soy un extraño para ti, pero solo quería decirte que tenías razón, si era ella; mi hermana Millie. Pensé que había muerto.

—Entonces, se llama Millie—murmuro para mí misma.

—Sí, Millie.

—¿Puedo hablar con ella?

—Más tarde, ahora debes alimentarte. Llevas dos días postrada en esa cama.

Abro los ojos como platos.

—¿Dos días?

—Sí.

Una anciana entra al sitio con una bandeja de comida en sus manos.

—Lourdes, pudiste decirle a una de las chicas que trajera la comida.

—Quería confirmar los rumores por mí misma—sonríe, unas patas de gallina se arrugan en las esquinas de sus ojos. Le devuelvo la sonrisa tímidamente.

Ella le entrega la bandeja de comida a William y se retira. Él se sienta en el borde la cama. Echo un vistazo a la comida desde donde estoy y el aroma llega hasta mis fosas nasales. Estoy tan hambrienta que mi estómago emite soniditos. Dejo mi estado alerta a un lado y me acerco para probarla un poco. Es un caldo con un trozo de pan. Llevo varias cucharadas a mi boca con desesperación y destrozo el pan.

Al terminar alzo la mirada y me acuerdo de que William era quien estaba sosteniendo la bandeja de comida.

—Tenías mucha hambre—sonríe de lado.

Agacho la cabeza avergonzada.

—No, espera. Déjame limpiarte.

Alza mi mentón y con su dedo pulgar limpia una de las esquinas de mi boca. Miro sus ojos azulados por unos segundos perdiéndome en algunas motitas que hay en ellos.

—¿Por qué te comportas tan bien conmigo—pregunto de repente.

—Porque fuiste y eres muy importante para mí. Los recuerdos se harás más vividos con el tiempo y podrás saber quién soy, Alice. Ahora debes darte un baño, para estar presentable. Iremos a presentarnos frente a tu hermano, después te llevaré donde Millie ¿está bien?

Asiento. Con un gesto reconfortante, William se retira de la habitación para ir en busca de alguien que me ayude a bañarme, dejándome a solas con mis pensamientos tumultuosos. Cierro los ojos y respiro hondo, intentando calmar mi mente y prepararme para las respuestas que necesito.

El último cuervo #ONC2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora