Días después
-Mi amor me tengo que ir, hay un problema en la fábrica y no puedo pasar esto por alto. Vengo a la hora de la comida, ¿listo?
-Si mi amor, con cuidado por favor.
Le di un beso de despedida. Hoy había amanecido más nerviosa que otros días. Tenía malos presentimientos, pero asumí que eran las hormonas del embarazo y todo eso. Pasados unos 40 minutos Estaba saliendo de la ducha cuando escuché unos disparos afuera.
-Alma tenemos que salir de aquí.-Circe gritó asustada
-¿Que está pasando?-dije nerviosa
-Unos hombres acaban de pasar el primer anillo de seguridad, hay que volarnos ya Parce, pero ya.-gritó
Yo estaba en bata y mi corazón latía con fuerza. Agarré mi bolso, mi arma y salí sin poder vestirme pero a mi espalda alguien gritó
-Quieta, perra.
Circe y yo nos quedamos muy quietas. En mis manos llevaba el arma, así que antes de voltear la agarré con mis dos manos y lo apunté. Vi su rostro y si, era Manuel Martínez.
-Ni se te ocurra, suelta el arma o mato a la piruja de tu amiga.-dijo
Lo dudé por un momento. Circe estaba muy asustada. Así que asentí y tiré el arma al piso. El la acercó a el y la agarró con la mano que tenía libre. Se la llevó a la parte atrás del pantalón.
-Casi que no te encuentro, pero aquí te tengo. Frente a frente.-se acercó un poco-Quién iba a decir que la asesina de mi padre fuera una vieja tan pendeja como tu. Te faltan ovarios mamacita. ¿Nunca te dijeron que este negocio es para hombres?
-Fíjate que si. Lidié con muchos pendejos sin cerebro como tu en este tiempo. Pero por algo sigo aquí, ¿no crees?
-Respondona. Ya me habían dicho que eras bien necia.-me miró de arriba a abajo-Lo que no entiendo es una cosa, ¿como una insignificante modelito pudo acabar con mi padre, un Capo de verdad, un duro?
-Ya ves, no soy tan insignificante. Acabé con tu padre, ¿que te hace pensar que no voy a acabar contigo pendejo?-lo miré desafiándolo
El me agarró del cabello con fuerza y me atrajo hacia el, con la otra mano me apuntaba con su arma en la mejilla.
-Te voy a matar, perra.-dijo mirándome a los ojos
-Estás como demorado, gonorrea.-dije entre dientes
En ese momento Circe había ido por el lado de atrás de Martínez y le había quitado mi arma que se había puesta en la parte atrás del pantalón. Lo apuntó y le gritó
-Suéltala o te mato cabron.-dijo nerviosa
El volteo a ver a Circe y yo reaccioné rápidamente y le quité el arma de la otra mano, le apunté directamente.
-Ahora si pendejo, ¿quien mata a quien?-dije sonriendo
El solamente me miró con rabia. En sus ojos podía ver el rencor y las sed de venganza que tenía.
-Ándale pues morra, dispara.-me retó-Vamos dispara a ver que tan grandes los tienes.
-Sabes una cosa Martínez, el día que maté a tu padre primero le di un plomazo en la pierna, luego le di uno aquí-le señalé con el arma-en el dorso. ¿Y sabes que pasó después?-sonreí-vi como moría desangrado mientras me maldecía.
-Eres una zorra.
-Y una asesina.-le dije mientras ponía el arma en su pierna
Le disparé y el gritó de dolor. Me aparté y le dije a Circe que se hiciera a mi lado. El levantó la vista y me miró con más rabia aún. Pero en ese momento uno de sus hombres entró. Antes de que pudiera reaccionar, Circe y yo corrimos hasta la salida de atrás y nos subimos a una camioneta que nos estaba esperando. Agarré mi celular y llamé a Ian de inmediato.
Timbró un par de veces hasta que su voz del otro lado de la línea me tranquilizó.
-Mi amor ya casi termino acá y te alcanzo en la casa, ¿listo?
-Mi amor, mi amor que bueno que me contestas.-le dije nerviosa
-Alma, ¿que pasó?-preguntó preocupado
-Es Martínez. Llegó a la casa, me amenazó con un arma y Dios mío Ian, casi nos matan.-suspire-logramos escapar, vamos para la casa de seguridad, alcánzanos allá por favor.
-Espera, espera, ¿te hizo daño?
-No no, yo le metí un plomazo a él. Llegó uno de sus hombres y nos tuvimos que volar. Pero yo estoy bien.-contesté
-Listo, voy para allá mi amor, tranquila
Colgamos la llamada y aún mis manos temblaban. Circe estaba en shock. Nunca la había visto tan asustada como ahora. Sus ojos estaban idos en una ventana de la camioneta y no movía su cuerpo.
-Hey, tranquila, ya pasó.-dije mientras le tocaba el hombro
-Y-yo no puedo creer, lo berraca que sos.-dijo nerviosa-Te enfrentaste a el, sin miedo, si-sin...
-¿Sin miedo? Circe yo me estaba muriendo de miedo.-me miró-Por ti, por mi bebé.
-¿Como pudiste hablarle así?-dijo mientras sus lágrimas caían
-Porque de mi papá aprendí que el miedo no se demuestra. Que hay que ser duros por fuera, valientes. El miedo se esconde cuando proteges a las personas que amas, pero eso no significa que no lo sienta.
-Sos una berraca Alma.-agarró mi mano
-Vos también sos una berraca. Agarrar esa arma, apuntarlo para salvarme. Me salvaste la vida a mi y a mi pelaito que está en camino.-le sonreí
-Yo solo vi la oportunidad y estaba muerta de miedo, no quería que te hiciera daño.
-Ven aquí.
La atraje hacia mi y le di un abrazo. Circe era de las pocas amistades que realmente valían la pena. Me salvó a mi, a mi bebé y eso solo lo hacen las personas leales.
Al llegar a la casa de seguridad, pasaron unos minutos y vi a Ian bajar de su camioneta. Corrí hasta el y lo abracé con fuerza.
-Mi amor, dime que estás bien por favor.-dijo mientras su mano subía mi mandíbula para poder mirarlo mejor.
-Si, si estoy bien.-lo miré-Tenia mucho miedo, me daba miedo que le hicieran algo a nuestro hijo.-una lágrima de me escapó y rodó por mi mejilla
-Ya estás a salvo mi amor, ya estás conmigo.-me abrazó
-Prométeme que nunca me vas a faltar.-le dije
Sus ojos y los míos se encontraron y el me sonrió.
-Yo nunca te voy a faltar mi amor, yo siempre te voy a cuidar.-contestó
-Te amo, Ian.-lo abracé
-Te amo, Alma.
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Querida Alma
RomanceAlma Prandi, modelo colombiana con una carrera exitosa y una vida perfecta. Pero en el fondo Alma sentía un vacío, quería más que una vida perfecta, quería sentir adrenalina y experiencias diferentes. Solo que no sabia que al tanto desearlo su vida...