"Pídeme lo que quieras y lo tendrás, no importa lo que sea o incluso si tengo que sacrificar una parte de mi alma para conseguirlo. Yo soy tuyo de todas formas, mi alma entera y mi ser te pertenecen, solo ámame hasta la eternidad"
La vida en definit...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
A Regulus le hubiese encantado decir que el pequeño percance con la pelirroja no fue más que un contratiempo, un simple altercado nocturno que pasaría desapercibido en su vida y sería olvidado casi con la rapidez que se pone el sol, para su desgracia esto no había sido así. Durante todo el tiempo que duró su clase de encantamientos el chico no había podido pensar en otra cosa que no fuese Selene, ni en ella ni en la expresión de horror que había mirado en su rostro después de que la hostilidad y el enojo se apoderaran de su cuerpo.
Era un tonto, le costó solo un par de horas darse cuenta de esto pero tristemente ni siquiera toda la culpa del mundo podría hacer que el tiempo regresara y con el la posibilidad de enmendar sus errores.
¿Qué sigue cuando las personas se equivocan? Normalmente una equivocación va acompañado de un tiempo de meditación, reflexión y posterior arrepentimiento para después ir en busca del perdón del agredido y con eso la absolución sobre el mal cometido, claro que la mayoría de los hogares ese era el procedimiento a seguir, más aún cuando era solo un niño el que se equivocaba, para su desgracia Regulus no estaba nada habitado a este procedimiento.
En la noble casa Black una equivocación, no importa cuán pequeña o grande fuese, tenía enormes consecuencias. No era un secreto para nadie, menos aún cuando por lo menos 10 miembros de la familia habían sido repudiados y exiliada durante las últimas generaciones, el temor a equivocarse se veía firmemente impuesto incluso a los más pequeños cuyas equivocaciones eran recompensadas con gritos y potentes golpes que llegaban a cortar la tierna carne de sus cuerpos.
Un escalofrío recorrió la piel de Regulus solo al recordar aquellos oscuros parajes de su infancia ¿Cómo podía ser entonces un hombre capaz de disculparse si nunca se le ha habituado al perdón?
- ¿Todo bien? Pareces distraído.
Miro a Steven y este le regreso el gesto mostrando algo preocupación en los ojos. Asintió suavemente buscando tranquilizar los pensamientos de su amigo.
- Solo no dormí bien.
Respondió simplemente. El rubio no quería ser un objeto incómodo para su amigo así que aceptó esta escueta explicación limitándose a sentir en su dirección y después continuar con su mirada fija en las explicaciones de la clase del día.
El remordimiento persiguió a Regulus durante el resto de su clase y no lo abandonó ni siquiera cuando finalmente esta concluyó y tanto él como Steven comenzaron a caminar juntos, esta vez con dirección hacia las mazmorras donde tenían que tomar su clase de pociones como todos los martes.
- Por cierto.- Mencionó Steven de repente, tal vez en un intento por cortar la sensible incomodidad del ambiente.- Estuvimos hablando con Dumbledore, cree que en cuanto los chicos nuevos tengan un poco de tiempo para acostumbrarse a la escuela podremos retomar el Quiddich. Dijo que la siguiente semana podemos regresar a entrenar.
-Fantástico.
El Quiddich era algo que en verdad Regulus agradecía, necesitaba una manera de canalizar sus propias emociones y que mejor que haciendo el deporte que amaba con el alma y en el que incluso para su sorpresa había resultado ser demasiado bueno para creerlo.
