Sus sueños lo aterrorizaban desde pequeño y algunas lo seguían haciendo en el presente.Enzo se despertó sobresaltado, sudando frío, con las visiones de lo que había soñado aún tras sus párpados. Lentamente abrió los ojos y se tranquilizó poco a poco, recuperando su respiración natural y se volvió a tumbar en la cama, suspirando.
A veces echaba de menos a Agustín, sus crisis post pesadilla eran más fáciles de manejar con su ex novio terapeuta, pero nunca fue capaz de abrirse del todo con el alfa y contarle que realmente que lo aterrorizaba de verdad era que lo veía en sueños era verdad, así como lo que sentía cuando tocaba a las personas.
Había un motivo por el cual siempre llevaba guantes después de todo.
Se cubrió la cara con las manos, sabiendo que era tarde de madrugada y que apenas le quedaban dos horas antes de tener despertarse para ir a trabajar. Seguramente no podría volver a dormirse, cada vez que cerraba los ojos recordaba lo último que había visto en sueños y los volvía a abrir.
Tener la visión era una bendición a veces, pero la mayor parte de ellas era una maldición con la que tenía que vivir.
***
—Buenos días, precioso —lo saludó Matías, siempre enérgico y con un café en la mano. Inspiró y dejó que su aroma a rosas y tierra húmeda lo invadiese unos segundos— ¿Dormiste mal?
—Sí —aceptó el café de las manos de Matías, pero su piel no rozó la suya. Los guantes negros que llevaba siempre se lo impedían— gracias, Matu. Buenos días a vos también.
—No es nada, precioso —le contestó el alfa, mostrándole una sonrisa— cuando termines me contás como tenemos el caso del nene, ¿sí?
Asintió y Matías desapareció por la puerta, tarareando y oliendo a entusiasmo.
Suspiró audiblemente y tomó un sorbo de su café, quemándose en el proceso. Hacía tiempo que sabía que el alfa estaba interesado en él, y lo peor era que a él también le gustaba Matías, pero aquello no podía suceder. No con él siendo... él. Siempre estropeaba todo lo que tocaba gracias a sus extrañas habilidades, y no le apetecía que pasase eso con Matías.
Se había hecho detective privado porque era un trabajo solitario, y porque su licenciatura en psicología criminal tenía que valerle de algo. No había esperado que le gustase tanto el joven policía alfa Matías Recalt cuando empezó a colaborar de forma más continua con la policía de Buenos Aires.
Se terminó el café, sabiendo que su ofrecimiento era claramente una señal de cortejo e ignorándolo abiertamente, y fue en busca de Matías.
***
—¿Entonces crees que el abusador es el papá adoptivo? —le preguntó Matías, con el rostro desencajado.
—Sí —afirmó. Lo había presentido nada más tocar el informe del caso que estaba llevando el departamento de Matías, y que no conseguían resolver. Por eso lo habían llamado.
—¿Lo podés demostrar?
—No, pero podré —dijo con rotundidad— después iré a casa del nene y el padre adoptivo estará. Lo sabré, estoy seguro.
—¿Cómo podés saberlo? ¿Así, sin más? —le preguntó el alfa con curiosidad, y sonrió con tristeza.
—Ojalá fuese tan sencillo de explicar. — dijo enigmáticamente, comenzando a levantarse. La hora de su cita estaba próxima— Sólo lo sé, y siempre es verdad. Te llamaré más tarde, Mati, para que vengas a detenerlo.
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El don [Poliamor]
RomanceDonde Enzo es un omega y un detective con un don por lo paranormal y Matías es un policía alfa que se enamora de él. Pero las cosas nunca son fáciles cuando se vive entre dos mundos, el terrenal y el del más allá. Omega Enzo Vogrincic x Alfa Matías...