9. Amarte en todos los universos

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Hacía una semana que habían perdido a su omega, y lo buscaba de forma incesante.

Técnicamente sabía donde estaba, por supuesto, y podía verlo todo el tiempo cuando caminaba en sueños, llevándose a Matías con él. Lo que no encontraba era la forma de hacerlo volver al lugar donde pertenecía: a su universo, y por extensión, a su lado y al de Matías.

—Lo conseguiremos, amor —le dijo su alfa esa mañana. Había temido que Matías lo culpase por haber perdido a Enzo, que su relación se rompiese y se llenase de resentimiento, pero era todo lo contrario. Eran más fuertes y estaban más unidos que nunca.

Había sido extraño al principio, estar juntos sin Enzo, y lo echaban muchísimo de menos pero todavía se amaban el uno al otro. Dormían juntos todas las noches y disfrutaba de descansar en sus brazos, Matías era un alfa dulce y protector y le gustaba como lo apretaba contra él, casi con miedo de perderlo también. No lo avergonzaba reconocer que él era el alfa más sumiso de los dos y le gustaba como Matías lo abrazaba al dormir y como lo besaba y lo tocaba, posesivo y encantador.

Matías era suyo y él le pertenecía también, estaba orgulloso de ello.

—Agus, precioso...

Le gustaban sus besos y sus toques cariñosos, y lo abierto que era con él. Matías había estado avergonzado cuando lo sorprendió llorando un día por lo mucho que extrañaba a Enzo, pero lo había abrazado y habían acabado por llorar juntos, sus cuerpos entrelazados como si estuviesen hechos para eso.

—Lo extraño tanto también, Matu —le dijo quedamente. Una parte de él sentía que no tenía derecho a decirle cosas así al otro alfa, todavía sentía que era culpa suya haber perdido a su omega, aunque sabía que Matías no se sentía así con él.

—Lo quise desde que lo vi —le confesó el otro alfa, aún recostado en sus brazos. Estaban siendo abiertos y sensibles y no desaprovecharía el momento para conocerlo un poco más— un omega tan precioso, Agus, tan amable y bueno... Quería pedirle salir desde la primera vez que lo vi, pero él no me lo puso fácil para dejarme conocerlo.

Sonrió suavemente, arrullándolo en sus brazos.

—Muy típico de Enzo... —murmuró cariñosamente, extrañando a su omega— Nosotros nos conocemos desde pequeños, fue en la mansión Kukuriczka, pero ninguno de los dos lo recordaba hasta hace poco. Él fue mi primer beso y yo el suyo, incluso antes de presentarnos... Yo ya lo quería, Matu, lo habría amado si él fuese otro alfa o si yo fuese otro omega...

Matías se recargó más en su pecho, asintiendo.

—Como me amas a mí... —lo oyó murmurar bajito. Sabía que a veces el otro alfa se sentía ligeramente inseguro por haber sido el último en unirse a su relación.

—Sí, precioso —afirmó— como te amo a vos, como los dos te amamos. Lo conocí por segunda vez años más tarde, cuando buscaba terapia para mejorar su calidad del sueño, y me enamoré de él, Matu. No está bien enamorarse de un paciente, pero no pude evitarlo...

Sintió la sonrisa de Matías contra su piel.

—¿Quién no se enamoraría de él?

Se rio con él, abrazándolo más cerca, y su aroma cambió, revelando algo más profundo.

—Me dejó, Matu —le dijo, aunque sabía que el otro alfa ya conocía esa información. Lo que no sabía era el porqué— Enzo me dejó porque tenía demasiado miedo de confesarme lo que podía hacer, y nunca lo pasé tan mal como esa época. Cuando regresé con él y te uniste vos fui tan feliz, chiquito, mi alfa precioso...

Matías se sonrojó ante sus elogios, pero su sonrisa era triste cuando le contestó.

—Es tu destinado.

El don [Poliamor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora