Capítulo 5 : Hitler llega al poder

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El 30 de enero de 1933, mientras resuenan los ecos de la disolución de los Freikorps en 1920, Adolf es testigo del ascenso de Hitler como canciller de Alemania. Ante una dura elección: alinearse con el régimen de Hitler, aspirando a traicionarlo eventualmente, o resistir y arriesgarse a ser tildado de traidor por un pueblo desesperado por un salvador, Adolf opta por la supervivencia y la intriga.

Horas más tarde, la fama de los Freikorps le concede una audiencia con Hitler. Saludando con un a regañadientes "Seig Heil", Adolf oculta su desdén y solicita unirse a las filas del Canciller. En una habitación cubierta de símbolos nazis, Hitler sonríe intrigado. El aire está cargado de anticipación.

"Así que el famoso combatiente del Freikorps desea unirse a mi causa", reflexiona Hitler. "¿Qué te hace digno?"

Adolf se calma y reconoce que lo que está en juego va más allá de la supervivencia personal. "Creo en nuestra gran nación, Canciller. He visto la devastación, la desesperanza. Anhelo ver cómo Alemania se levanta de nuevo, bajo un verdadero líder".

Hitler, con una sonrisa torcida al descubierto, le concede una oportunidad, enfatizando el peso de la lealtad. Adolf, reconociendo el arma de doble filo, percibe una oportunidad para provocar la caída de Hitler.

Con expresión solemne, Adolf busca órdenes. Hitler, después de un momento de reflexión, le encarga liderar un equipo de las SS para quemar el Reichstag. En la oscuridad, la culpa recae sobre los comunistas, allanando el camino para el Decreto de Incendio del Reichstag.

En los barrios marginales de Berlín, Adolf busca reclutas potenciales: adolescentes. Con la intención de formar un escuadrón personal, se enfrenta al desafío de burlar a los espías de Hitler. Recluta a 30 personas y planea convencer a Hitler de que les permita ser su fuerza encubierta.

Días después, le presenta la idea a Hitler, buscando establecer su escuadrón SS. Hitler pregunta y Adolf argumenta: "Para demostrar plenamente mi valía, necesito más que el escuadrón asignado. Mi objetivo es ser más que un soldado: un capitán bajo su mando".

Con el permiso concedido, con una severa advertencia contra actuar sin órdenes, Adolf saluda y comienza a entrenar a sus reclutas adolescentes. Cada día que pasa lo acerca más a su plan final: derrocar a Hitler y remodelar el destino de Alemania y convertirse en el más grande de la historia alemana.

Convirtiéndome en un Emperador AlemánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora