FORTIES | BANGTAN

☆07☆

Bueno, acá estamos, hace unas horas había vuelto al hotel con la intención de bañarme y cambiarme, ni bien lo hice unos tipos re grandes me agarraron y me llevaron con ellos a la fuerza, quise gritar, pero ya me habían puesto un somnífero para que no interrumpiese su "secuestro", tal parece que las órdenes de su jefe "tratenla con cuidado" no era muy entendible para ellos.

Byun Wong, un hombre multimillonario, ambicioso, un hombre familiar pero sin hijos, hasta que supo de ella, su hija, Byun BinJi, Byun Lear, su mujer, era infértil, llorando a mares que nunca podría tener un hijo recibió la noticia con los mayores ojos de esperanza, no importa que no sea suya, quería a esa niña como tal.
Su esposo era un hombre despiadado, pero que a pesar de todo siempre la amó, esa aventura fue antes de conocerla, por lo que no le afectaba, solo quería a esa niña, conocerla y poder crear un futuro próspero para ella ahora que su madre había muerto.

La joven estaba dormida en el asiento de atrás de ese costoso Bentley Bentayga, los hombres que la trajeron le pusieron una manta encima luego de pedir a las de limpieza que juntaran todas sus cosas, las metieran en las valijas de viaje y pudieran meterlas dentro del baúl del auto.
Una vez que llegaron a la enorme mansión resguardada de hombres trajeados y con armas en mano, bajaron las valijas y después con cuidado la envolvieron en la manta y la bajaron.

- Mi niña, mi dulce niña, por fin puedo verla a la cara. - Lear se acerca corriendo a ayudarla, ahora medio despierta subieron las escaleras a su nueva habitación.

- ¿Qué? - con voz rasposa intentó hablar pero cuando ya estaban en su nueva habitación se desplomó en la cama otra vez de sueño.

Lear alejándose de la habitación, pidió que estuvieran atentas las mucamas cuando ella se despertara ya que era posible que se note desorientada, una vez con su esposo ambos cenaron, su mujer contaba lo hermosa que era, muy cuidadosa con su vestimenta y cuidados de piel.
- Es la indicada para llevar el negrocio, además de legalmente ser la heredera. - dijo él pensativo.

- Amor, es una niña, no creo que sea buen momento, además, para ser franca, no nos conoce, serás su padre biológico, pero nunca te vió y bueno, a mi mucho menos.  - Lear estaba en contra de lo que su esposo pensaba hacer con su hija.

- Mujer, entiende, ya estuvo con dos de los siete señores Bangtan. - intentó que entre en razón. - Ellos me deben dinero y mucho, si surge una alianza matrimonial, podrían saldar sus deudas sin necesidad de abrir fuego en el acto. - concretó él finalizando su cena ya con el plato vacío.

- ¿Y por qué esa puta necesidad de abrir fuego a todos los que no saldan sus deudas contigo? - ya molesta su mujer se para sin terminar de comer.

- ¿De qué vives mujer? ¿De caridad? No lo creo. - ya con un tono alto se dirigió a ella. - Así me conociste, así me quisiste de igual forma, ¿de qué te quejas ahora? Lo tienes todo, me rompí el lomo por darte todo lo que mereces, procuré que nunca tus zapatos se ensuciaran con la mierda que hago, ¿qué más quieres? - con un tono moderado ya discutían, jamás le subiría la voz a gritos, capaz dureza en su voz pero nunca le gritó, mucho menos ahora.

- Quiero que seas quién eres, mi esposo, y quiero que protejas a la niña, no salió de mi vientre, pero la llevo cuidando desde la lejanía durante los cuatro años desde el fallecimiento de su madre, así que para mí, es más hija que de lo que alguna vez podría llegar a soñar. - sentenció ya furiosa. - Así que está dicho Wong, la niña va a vivir tranquila, por lo menos hasta los veinticinco por ahí que ya termine alguna carrera universitaria, hace unos dos años la escuché decir que quería estudiar contabilidad, así que si ella lo quiere, va a estudiar eso con todos los lujos de estudiante. - y con eso, se daba por sentado que la discusión terminó, era la señora de la casa, la ama y señora, ella mandaba y su esposo es quien hacia el trabajo sucio, pero así ellos lo habían decidido desde el inicio de su matrimonio.

Esa noche, BinJi durmió como nunca, pero al día siguiente estaba con unos humores de perro, las mucamas ya no sabían qué hacer para que no se escape a recorrer la casa, muy en el fondo la joven Byun estaba asustada, pero lo incubría siendo curiosa e intentando escaparse, no iba a irse, al menos hasta saber el por qué de su presencia en esta lujosa casa a simple vista.

- Oh, mi niña, por fin despiertas, ¿tienes hambre? Ven, el desayuno está en la mesa. - una señora, que recordaba haberla visto vagamente antes de volver a desmayarse por el somnífero. Era muy bella, muy educada y con buen sentido de la moda.

- Buenos días señora... - esperó a que le dijese su nombre.

- Que tonta soy, mucho gusto querida, soy Byun Lear, la esposa de Byun Wong, tu padre. - con la sonrisa más radiante, la confianza más plena y una calidez maternal notable, la mujer abrazó a la joven somnolienta.

- El gusto es mío Lear, soy... - la señora interrumpió.

- BinJi, sí, te conozco, he sabido y cuidado de ti desde las sombras desde que tu mamá murió hace cuatro años. - confirma ella con tranquilidad.

- Era usted, yo sabía que no era casualidad o mucha suerte, se lo agradezco profundamente por no dejarme sufrir en la calle después de que mi madre ya no estuviese, fue un ángel para mí. - la muchacha devolvió el abrazo más tranquila de la familiaridad.

- Cielo, el regalo que dios me brindó, mi ángel eres tu, yo no puedo tener hijos así que saber de tu existencia después de estar años intentando concebir en vano fue un milagro. - muchos sentimientos encontrados se sentían en el aire que rodeaba a ambas mujeres.

- Vamos, tu padre te está esperando. - la guió a lo que sería el comedor.

- Bueno, ¿pero qué tenemos aquí? - un señor, no pasaba los cuarenta y tanto, se paró de su asiento en la punta de la mesa y caminó hacia nosotras.

Padre...