Capítulo 20

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Castillo Dracul en Bran, Braşov, Transilvania, Rumania, tras acoger a los vampiros que huyeron del Clan Hagi.

Reyhan se encargó de organizar a Los Dracul para acoger a los recién llegados. Morgan junto a Lucian y Darius estaban analizando propuestas bélicas, por si recibían algún improvisto ataque por parte de Satanás, por lo que pidieron a la reina vampira que se hiciera cargo de ordenar a los vampiros en el castillo y a la población humana para acomodar a los que escaparon de la opresión del Señor Hagi. La Reina Dracul lucía feliz mientras trabajaba arduamente. Ella siempre fue un ser de servicio, algo que no perdió al convertirse en vampira porque lo que la motivó a dejar su humanidad no fue la ambición de poder o dinero, sino el amor que reconoció que sentía por Morgan, y al enterarse de la verdad del origen de ese guapo y misterioso rumano que había llegado a Estambul solo de paso, pero que decidió quedarse una temporada por ella, no dudó en dejar a su familia, la vida como la conocía, su humanidad, con tal de estar a su lado.

La pérdida de los guerreros Dracul en la última fallida incursión en territorio Höller había dejado deshabitada una gran porción del ala sur del castillo, por lo que ahí pudieron acomodar a los vampiros japoneses. Ileana, quien era una psíquica, persuadió las mentes de los recién llegados para que pudieran comunicarse en rumano, así como implantó las reglas de convivencia que tenían, que más que nada protegían a la población de Bran, humanos a quienes no debían dañar, ya que desde varias décadas han fungido como sirvientes de los vampiros, y ahora, por La Nueva Alianza, eran considerados miembros del clan, por lo que el trato hacia ellos había empezado a mejorar considerablemente.

Con mucha ternura, una que los renegados del Clan Hagi nunca habían recibido siendo vampiros, Reyhan respondía las dudas de cada uno de ellos. La Reina Dracul mostraba mucha disposición y ganas de ayudarles a sentirse como en casa, ya que recordaba muy bien lo extraña que se sintió la primera vez que estuvo en ese castillo, ya que ella provenía de una familia turca, con un estilo de vida basado en el islam, muy diferente al que se vivía en esa localidad de Europa del Este.

Al tener ya a todos los acogidos en sus zonas asignadas en el castillo, Reyhan llevó a los diez vampiros por nacimiento ante los brujos. Ella quería saber la condición en la que se encontraban, ya que no podía distinguir si aún estaban en desarrollo o ya habían llegado a su edad de destino, puesto que nadie recordaba con exactitud los años que habían pasado desde que cada uno de ellos había nacido. Sasha junto a los brujos Ícaro y Marina, llegados del Aquelarre del Mediterráneo, empezaron a auscultar a los pequeños, quienes estaban maravillados al ver en acción a esos ángeles encarnados.

– Ninguno ha llegado a su edad de destino, Reina Reyhan, aún están en desarrollo corporal –empezó a explicar Sasha-. Sin embargo, de alguna manera, ellos han podido retrasar su crecimiento.

– Por favor, Sasha, explícate –pidió Reyhan a no entender que era posible que un vampiro por nacimiento pueda detener, según su deseo o necesidad, su crecimiento.

– Todos cuentan con más de treinta años humanos de existencia encarnada, por lo que hace años debieron haber llegado a su edad de destino. Sin embargo, en cada uno de ellos se ha detenido el proceso natural de desarrollo corporal.

– ¿Será algún mecanismo de defensa que los vampiros por nacimiento pueden ejecutar cuando las condiciones de vida no son las mejores? –preguntó Reyhan imaginándose que por ahí iba la cosa.

– No. Esto ha ocurrido por el don de nacimiento de uno de ellos –lo dicho por Sasha había sorprendido a la reina vampira-. El mayor de ellos, Kotaro, poseedor de este don, ha detenido el desarrollo corporal propio y el de sus "hermanos de celda", como les llama. Al darse cuenta que cuando llegó a la apariencia de un adolescente de dieciséis años, el Señor Hagi demostró demasiado interés en conocer si había nacido con alguna facultad especial, este deseó no crecer más, de ahí que se ha mantenido en esa edad por los últimos veintitrés años. Al darse cuenta que su don podría tener que ver con el impulsar o retener el desarrollo corporal, empezó a hacer pruebas con algunas plantas, confirmando sus sospechas. Al ver que el Señor Hagi presionaba a los otros vampiros por nacimiento para que le demostraran sus dones, retuvo el desarrollo de sus cuerpos para que aparentaran que tenían algún déficit físico que les impedía manifestar sus dones, ocultándole al nefasto líder de ese clan la verdad.

Los hijos de las tinieblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora