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Miraba por la ventana al edificio de enfrente mientras ojeaba su reloj con nerviosismo, eran casi las 20:30 y su vecino aún no había encendido sus luces como de costumbre.

Tenía ganas de saber qué emoción tuvo hoy la misteriosa persona, porque sí, dedujo que el color que ponía estaba estrechamente relacionado con su humor. Por ejemplo, un día que hizo un sol radiante y hasta se escuchaba el canto de los pájaros, al caer la noche, las luces eran de color amarillo, brillante y alegre; sin embargo, otro día que estaba el cielo nublado, coloreando la ciudad de un ambiente triste y grisáceo, sumado a que hacía frío, esa vez las luces se pusieron de color azul. Hubo un tiempo en que esa persona solo iluminaba su habitación de colores tristes, pero últimamente se sentía alegre, eso ponía contento a Craig.

Al menos sabía algo de esa persona: le tenía miedo a los truenos. Lo dedujo ya que un día de lluvia, empezaron a escucharse demasiado cerca, ese día su vecino no había encendido las luces. Pensaba que posiblemente se debiera a que estaba debajo de alguna mesa o dentro de algún hueco de su armario. Sí, el que Tweek no encendiera las luces tenía que tratarse sí o sí de algo grave.

De un momento a otro, las luces de enfrente se encendieron. Hoy el color era rosa, un color coqueto, "¿Me estarás dando señales o es que has conocido a alguien?" Sonrió, las preguntas que rondaban por la cabeza de Craig eran debido a qué, sin darse cuenta, se había enamorado de aquella persona.

Tal vez era probable que fuera alguien feo, vago, malhumorado y hasta a lo mejor odie a los cuy, pero Craig se había enamorado de él, de la silueta que vio una vez por casualidad, no podía distinguirlo mucho ya que el edificio, a pesar de considerarse cerca, seguía teniendo una distancia de una carretera, que conectaba los dos edificios a través de aceras y un paso de cebra, a lo mejor era una chica con pelo corto, quién sabe -aunque descartó la idea ya que la silueta no parecía ser femenina-. De todas formas, el género era lo que menos le importaba a Craig, su corazón se aceleraba cuando su vecino encendía las luces, era lo único que el chico sabía.

Craig encendió sus luces y las puso del mismo color.

— ¿Te habrás dado cuenta ya de todo esto?—dijo para sí mismo suspirando, intentando percibir alguna silueta dentro de la habitación de su amado, la curiosidad le carcomía, y no tenía ninguna forma de saber quien sería el desconocido.

En múltiples ocasiones se le vino a la cabeza el código morse, pero tampoco sabía si la persona lo estaba mirando, o si entendería que estaba hablando en morse.


𝗟𝗘𝗗 | arroyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora