Frío, mucho frío, la cobija que cubría al niño a media noche no otorgaba el suficiente esfuerzo para cumplir su función, las gargantas de luz que escapaban de la luna se filtraban por entre las tablas del techo que no siempre encajaban del todo bien. Silencio, estaba despierto, pensando, imaginando, rebotando de sueño en sueño que recorría su mente tranquila y despreocupada simplemente mareada por los trabajos familiares del campo.
Luz, luz tenue, amarillenta y rojiza a la vez, naranja, una bomba de colores de la paleta de la sangre empezaba a aullar por su territorio, por su lugar, el nuevo día. Amanecía, el frío empezaba a agonizar por los envenenados dardos lanzados por el sol al cuello de la oscuridad. Una voz, es familiar, la escucha casi todos los días... es su madre.
-¡Michael! ¡Levántate ya muchacho, hora de desayunar!
-Diablos...-dijo en voz baja-. Qué pereza.
Bajó las escaleras de madera que conducía a la cocina, la habitación del chico estaba arriba, ya que le gustaba, le encantaba la idea de ver las estrellas y la luna, ver el amanecer y sentirse fresco, aunque no se puede negar que a veces daba un frío que hasta erizaba los pelos de...
-Michael-dijo su madre viéndolo con los ojos que tanto conocía, había huevos ese día...como todos los días-. Te serviré la comida, alista tu plato.
-Si mamá. Má, ¿padre no se ha levantado?
-¡Ah!-exclamó Estér, su madre, con un tono sarcástico-. Tu padre se levantó más temprano como siempre, sigue pensando que una de las vacas no da leche porque esta estresada de ser hembra... Ese señor es listo para algunas cosas y bastante tonto para otras, tú también heredaste esos genes muchacho.
-Pues se le ve feliz pensando que siempre tiene la razón, como cuando pensó que Valgabert se robaba las gallinas cuando éstas sólo se salían del corral.
-Sí, pero tu padre no tuvo ni la molestia de buscarlas, ni 20 pasos dio para deducir que pasaba cuando ya estaba gritándole al tonto de Valgabert e insultándole unas 3 o 4 generaciones atrás... Tu padre no tiene remedio.
-Sí, pero eso es lo que lo hace ser él, no quisiera otro, sería sumamente aburrido, ¿quién más empezaría una guerra con la boñiga de las ovejas?
-Es que... ¡Ni me recuerdes eso! Nadie pensó quién iba a lavar esa porquería después de sus estúpidos juegos, ¡Ahora ve a ayudar a tu padre! Seguro que si no, pronto lo golpeará la vaca por donde no se diga...
¡Ahhhh! Se escuchó un grito mientras Michael se acercaba al granero, sabía lo que era, pero pasaba tanto que ya era algo sumamente normal para él.
-Maldi... ¡Hijo! ¿Cómo estás? ¿Amaneciste con energía muchachón?
-Sí, bueno, un poco, otra vez el frío invadió mi habitación, pero nada del otro mundo.
-Sí, hay que cambiarte esa cobija, al parecer esa no funciona muy bien.
-Sí... ¿Qué hay que hacer hoy papá?
-Cierto... lo olvidaba, sígueme.
Vencin, su padre, lo dirigió a las cercas de las gallinas, cacareando todas, locas y desenfrenadas, algunas calmadas y otros sonidos que... bueno, digamos que el gallo no desperdiciaba la buena mañana, y lo que es peor, las gallinas no se lo negaban.
-Escucha hijo -dijo su padre poniéndole una mano sobre el hombro-. Primero que todo, alimentar a estos pajarracos, recoger sus huevos y el agua... bueno llovió anoche e hizo una pequeña poza así que de eso no te preocupes. Después, ve a pelar unas cuantas canastas de maíz que nos vienen bien, además tu madre ya se quejó de que faltan sus famosas tortillas. Y después...
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Corazón De Alma
Ciencia FicciónOscar, un detective manejando un caso extraño descubre un diario en el que lee y se entera de una historia increíble, Michael, el tipo del diario narra su historia de cómo roba los corazones del alma de una persona para obtener vida eterna, casos y...