Se puso de pie y deshizo el nudo del cordón del albornoz para dejarlo caer al suelo, ella le acompañó comenzando a sacarse los botones de su pijama. No dejaban de mirarse mientras se deshacían de las prendas.
Entonces Victoriano llevó sus manos a la cintura del pantalón de ella y lo jaló dejándola únicamente en unas finas braguitas de encaje.
A ambos los cubría únicamente una prenda de ropa, justamente la parte más íntima.
Se recostó sobre ella y se colocó entre sus piernas, empujaba contra su cuerpo y se restregaba aún con la tela de ambas prendas interiores de por medio.
Comenzó besándole los labios para ir descendiendo poco a poco entre besos y lamidas hasta llegar a los senos. Amasó ambos con sus manos excitándose un poco mas al sentir el tacto de los pezones endurecidos bajo sus palmas.
Llevó su boca allí y sin perder el tiempo se metió un pezón en la boca succionando con fuerza.
C: Mmmhh
V: Me vuelves loco Cristina, cada centímetro de tu piel me enloquece.
Volvió a besarle los labios y siguió descendiendo hasta las braguitas deshaciéndose de ellas. Se quedó de pie y la visualizó completa por unos segundos y la vio sonrojarse.
V: ¿Qué pasa?
C: Me pongo nerviosa cuando me miras así.
Le tendió la mano para ayudarla a incorporarse, ella se la tomó y se quedó de pie desnuda frente a él. La agarró por el cuello y el atrajo hacia su boca para besarle los labios.
V: La otra noche estabas muy lanzada, ¿Qué pasó?
C: Yo... no se si te gusta.
V: ¿Qué lleves la iniciativa? Me encanta.
C: A Alonso no le gustaba.
Rápidamente se maldijo por pronunciar ese nombre y miró al suelo apenada.
C: Perdón, no se porque lo nombré.
La tomó del mentón con una mano y le obligó a mirarlo.
V: No pasa nada, era tu marido. Pero yo no soy él, conmigo puedes ser tu misma, quiero que hagas lo que te apetezca ¿si?
Cristina sonrió y llevó sus manos al cuerpo de Victoriano, subió despacio por su torso desnudo acariciando con sus palmas y deleitándose con cada sensación que le regalaba el calor del pecho masculino.
Necesito alzarse de puntillas para alcanzar el cuello masculino, le regalo un par de besos tiernos y él se sintió desfallecer cuando sintió la lengua de Cristina deslizarse por la piel de su cuello. La sujetó de las nalgas y la pegó fuerte a él haciéndola sentir su hinchado miembro sobre su abdomen.
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Volver a enamorarse
RomanceCristina Maldonado, madre de Acacia y viuda de Alonso, es la dueña de la hacienda La Benavente. Conocerá a Victoriano Santos cuando éste compre la hacienda Las Dianas, ambas fincas colindantes, separadas por una cascada. Él también es viudo y padre...