Capítulo 33

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Cansados ​​de buscar en los alrededores Victoriano y Pedro finalmente entraban sin buenas noticias en la casa donde esperaban Juan Carlos, Elena, Fernanda, y el pequeño Manuel.


La primera en conectarse con la triste mirada de Victoriano fue Elena, sus ojos también estaban rojos e hinchados, se notaba que había estado llorando. Al hombre se le encogió el corazón al verla tan derrotada y ante su mirada suplicante solo pudo negar con la cabeza como respuesta, confirmando así que no había encontrado ni a Cristina ni a las niñas.


La mujer se refugió en los brazos de su marido mientras nuevas lágrimas recorrían su rostro. Fernanda se levantó del sofá y camino hasta Victoriano para sobarle un brazo.


F: Tranquilo, estoy segura de que están escondidas. Esteban fue detenido, él no pudo llevárselas.

V: ¿Y si tenia a alguien bajo sus órdenes que le ayudó?


En ese momento Diana entró al salón y miró a su padre con una pequeña esperanza.


D: ¿Papá?


Victoriano sólo pudo negar nuevamente con la cabeza mientras escondía su rostro tratando de evitar que su hija viera sus ojos aguados.


La chica corrió hacia su padre y lo abrazó con fuerza.


V: Estoy agotado, no puedo más.

D: Ven papá, siéntate, te voy a traer una tila.


Tiró de él hasta conseguir sentarlo en un sillón de la sala, le dio un beso y salió hacia la cocina.


El hombre apoyó sus codos sobre las rodillas y escondió su rostro con sus manos, la cabeza no dejaba de darle vueltas, no podía dejar de pensar donde podían estar, no se le ocurría nada.


De pronto sintió como le picaban el hombro.


M: Señor Victoriano.


La dulce voz de Manuel le hizo alzar la cabeza y mirar al pequeño que estaba frene a él con un papel en las manos.


V: ¿Que es eso Manuel?


El niño le mostró un dibujo.


V: ¿Lo has pintado tú?

M: No Señor, este dibujo estaba ahí. Éste es el lugar preferido de Acacia.

V: La casa del árbol.


Victoriano se levantó de golpe.

V: La casa del árbol.


Salió corriendo y Pedro le siguió sin saber a donde iban, hasta que llegaron a la casa del árbol. Victoriano subió rápidamente y al llegar arriba sintió que su corazón daba la vuelta.

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