Capitulo 4

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C: Gracias por traerme.

V: Un placer.


Estaban todavía dentro del coche parados delante de la entrada a la casa de Cristina. Victoriano se bajó para abrirle la puerta a ella, pero la morena se peleaba con el cierre del cinturón.


C: No puedo sacarlo.

V: Espera.


Él se inclinó sobre ella hasta alcanzar el enganche del cinturón. ¿demasiada cercanía? Si, demasiada. Cristina comenzó a respirar cada vez más rápido, el corazón se le iba a salir por la boca al sentir todo el cuerpo masculino sobre el suyo.


Consiguió soltar el cinturón y sus ojos la recorrieron desde los senos hasta los ojos de la mujer, se acercó mas al escote de la blusa de ella y aspiró su aroma dirigiéndose hasta el cuello, allí los pelos de su bigote rozaron con la sensible piel de la morena provocándole un cosquilleo delicioso.


V: Que bien hueles Cristina.

C: Victoriano (casi en un susurro)


Continuó subiendo hasta que sus alientos se mezclaron, ella estaba agitada y no podía disimular, el alcohol no ayudaba y la realidad era que se estaba muriendo por quela besara.


Los labios se encontraron y se rozaron sutilmente. Victoriano atrapó con delicadeza el labio superior de ella mientras que los labios femeninos encerraron en el labio inferior de él. Un roce esquisto y de repente producto del alcohol o tal vez no tanto, la llama explotó y Cristina se lanzó a cuello de él devorando sus labios con ardor.



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F: ¿Qué hiciste que?

C: Mira cállate Fernanda porque esto es tu culpa, ni siquiera se que hago hablando contigo.


Estaban en la recámara de Cristina, Fernanda había llegado esa mañana para saber todos los detalles de la noche anterior. La morena no podía dejar de recorrer el cuarto de un lado a otro mientras su amiga la miraba divertida sentada en el borde de la cama.


F: Si, ahora va a ser mi culpa que ese hombre te traiga loca.

C: Dios mío, ¿Qué estará pensando de mi?

F: Que eres una mujer muy fogosa.

C: Ay no (cubriendo su rostro con las manos)



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Para suerte o no de Cristina dos días después volvería a encontrárselo en la mañana a la entrada de la escuela. Victoriano se acercó a ella y le habló cerca del oído, acción que provocó que una corriente recorriese el cuerpo de la morena.


V: ¿Me aceptas un café?

C: Victoriano...

V: Por favor

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