Marion.
Al poner un pie en la casa un sentimiento de pequeña nostalgia me invade. Son las mismas paredes azul pálido, el mismo piso flotante de madera, el mismo pasillo con fotos familiares colgadas y también está la puerta del baño de visitas a la derecha. A la izquierda se encuentra el amplio living, ¡incluso los sillones son los mismos!
Arrastro mi maleta y mi cuerpo hasta que me desplomo en el sillón en L gris. — Vaya viaje... Estoy destrozado...
Doble D se sienta a mi lado, abriendo el paquete de galletas, entregándome unas cuantas. – Come un poco y date ese baño. Puedes ocupar el cuarto de las visitas.
—¿Está desinfectado? — elevo juguetonamente mi ceja. La respuesta era muy obvia.
—¡Totalmente desinfectado! — responde con ánimo. Está claro, por el olor a cloro y desinfectante de limón, que toda la casa lo estaba.
Sonrío complacido. — Perfecto. Sabes, en ese ámbito tú y yo no tendremos problema.
—Por supuesto que no, ¡somos los gemelos limpieza! ¿Recuerdas el campamento de verano en el bosque Althena? — cómo olvidarlo. Por más que lo aclarábamos los idiotas simplemente no entendían que éramos primos, porque al parecer, los gemelos podían llevarse cinco meses de diferencia y yo no me había enterado...
—¿No éramos los “gemelos maniáticos”? Así fue como nos apodaron allí luego de limpiar obsesivamente los baños — hice una mueca al recordar cuan asquerosos estaban aquellos sanitarios. Estoy seguro de que ahí cagó un oso, un buey, un rebaño de cabras y un castor, en ese orden...
Aun así, aquel verano fue uno de los mejores. Había múltiples actividades a las que podías unirte, Doble D se unió a las actividades de ajedrez, fotografía de especies e investigación de hongos; si mal no recuerdo ahí empezó su fascinación por ellos. En cambio, yo me uní a los de fotografía de especies para pasar tiempo con él, astronomía y natación, mis dos grandes aficiones.
—Sí, también nos decían el ángel y el diablo
—¡Oh vamos! — saco las bebidas entregándole la suya, su sonrisa se iluminó nuevamente al ver su bebida favorita. — Sólo era un niño — digo riendo.
—¡Aventabas huevos podridos a los cuartos de los guías!
—¡Fue una vez! Y que soporten — reclamo entre risas intentando no escupir la bebida de uva.
—¿Y qué hay de las colas de lagartija en la comida de nuestros compañeros? ¡Ni siquiera entiendo cómo lo hiciste!
—Las cocineras me amaban — ¿y es que quién no lo hace? La policía quizás — ¡además sólo puse las colas en la comida de los idiotas que nos molestaban! Para que veas que no era malo, sólo me corrompí un poquito. Y sobre los guías... — chasqueo la lengua — se lo merecían, me castigaban sin razón.
—Marion — sus diamantes me miran con una sonrisa — te castigaban porque te saltabas tus actividades.
—Ains, sólo me salté algunas actividades de natación para ir contigo a ajedrez. Me gusta cuidarte.
—Te gustaba ganarme... — No pues... si lo pone de esa forma, ¿cómo puedo debatirlo?
—No me culpes porque no sepas jugar muy bien el ajedrez.
—¿Si no supiera jugar bien tendría cinco premios de primer lugar eh? ¿Tú cuántos tienes? — alza su mentón, enfatizando esa mirada socarrona.
—Pero qué listillo... — ¿Quién lo diría? Mucha apariencia de dulce de cereza y mucha lengua de dulce de limón.
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El Tiburón llega a Peach Creek
FanfictionNo soy el tipo de persona que pierde los estribos fácilmente, por el contrario, siento el orgullo de caracterizarme por ser alguien comprensivo y calmado, sin llegar a ser sumiso. Pero desde que tengo memoria, ha existido una persona capaz de hac...