Marion.
La ventana del auto está abierta. Mi agarre sobre el manubrio es firme. Avanzo con prisa por la carretera, alejándome de mi distrito. Sé bien lo que estoy dejando atrás, sé bien por qué me buscaban, pero también sé que nunca me arrepentiré de mis actos.
Llegué a un semáforo en rojo.
Desde hace un rato que siento la garganta seca, pero no deseo detenerme. Sólo quiero llegar a casa de mis tíos, ver a mi querido primo, abrazarlo y decirle lo mucho que lo quiero, porque la vida de un adolescente es corta. Los colores pasteles se quedaron atrás y no estoy seguro de poder llegar a ver los colores terrenales de la adultez.
Pasa el tiempo y el semáforo no cambia. Una gota de sudor recorre mi frente, parece que está siendo la noche más calurosa. Se me dificulta tragar debido a la sequedad. ¡Maldita sea!
Me estoy yendo para salvar mi trasero. Egoísta. Pero también lo hago para salvarlos a ellos, ¿sigue siendo egoísmo? Sí soy consciente de que es lo mejor, ¿por qué me siento así de nervioso?
Comienzo a golpear con nerviosismo el volante. ¡Cambia, cambia, cambia...! La bocina de un auto comenzó a sonar, crispando aún más mis nervios... Aprieto con mayor fuerza, hasta lograr que mis nudillos esten blancos, sin notarlo, mis piernas y mandíbula se tensaron. Acerco mi frente y comencé a dar ligeros golpes sin soltar mis manos.
—Vamos... vamos...
Un nuevo bocinazo sonó, afortunadamente se pasó a verde y pude arrancar sin importarme nada.
El tiempo pasa, el sol se oculta y con muchos recuerdos que invadieron mi mente me fui alejando de la costa, mientras que desde mi ventana veía aquel hermoso mar que me vio crecer.
Pasé los eternos verdes bosques de Apricot Lake. Seguido del blanco bosque que rodeaba tanto a Lemon Brook como a mi destino; Peach Creek.
Las simpáticas letras rojas con el nombre del pueblo me dieron la bienvenida. Que irónico que la imagen del pueblo sean calabazas y no duraznos...
Vagos recuerdos llegan a mi mente, ha cambiado muchísimo este pueblo, a duras penas logro llegar al centro para poder ubicarme. ¿Esa pileta siempre estuvo ahí? He visitado este lugar una vez en verano y fue a los 7 años.
Mi búsqueda por una tienda de comestibles resulta patética. Doblo en una esquina buscando donde comprar un jugo o un refresco o juro que me lanzo de cabeza a la pileta. Ya no soporto mi garganta seca.
Tras unos minutos por fin lo veo. Letrero de neón blanco, carteles de marcas con precios que nunca respetan pegados en los ventanales y una puerta automática; la entrada a un mundo de porquerías. Perfecto. Me estaciono.
Tengo que bajar, mi garganta es un enorme problema, es necesario refrescarla; me estoy deshidratando, pero aun así no puedo bajar. Hay una cámara cerca de la puerta... tenso mis dedos apretando el volante, comienzo a sentir un molesto nudo en el estómago.
—Está bien, no te asustes... vas a estar bien, no es como que sepan quien eres. Piensa, en algo que te calme... — me repito. — Algo que me calme...
Mi primo... Supuestamente mi tío debió haber avisado a Doble D de que me iría a vivir con ellos un tiempo... me pregunto cómo habrá reaccionado. ¡Por supuesto nada contento! ¿Qué estoy haciendo? ¿En qué diablos estoy pensando? Apenas hace tres días concerté mi mudanza con mis tíos, ¡es demasiado pronto! Obviamente mi adorado primo tiene su vida y rutina bien establecida como para que venga un idiota a arruinarla, sólo porque no sabe manejar sus impulsos como es debido...
Impulsos... mis tíos, ellos... ¿Le habrán contado algo?
No puedo quedarme con la duda. Busco apresuradamente el contacto de mi tía para marcarle, fueron dos tonos y contestó, agradecí internamente eso. - ¡Hola mi cielo! Precisamente te iba a llamar – Una increíble calma me invadió al escuchar su femenina y enérgica voz.
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El Tiburón llega a Peach Creek
FanficNo soy el tipo de persona que pierde los estribos fácilmente, por el contrario, siento el orgullo de caracterizarme por ser alguien comprensivo y calmado, sin llegar a ser sumiso. Pero desde que tengo memoria, ha existido una persona capaz de hac...