Capítulo 2: Un cambio de aires

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Heaven remojó una esfera de algodón en alcohol y la pasó delicadamente sobre los raspones en sus muslos, mientras sollozaba en silencio. Su último cliente la había usado a manera de desahogo de un mal día. La chica sabía que no tenía por qué estar llorando por esas cosas – se lo han dicho más de una vez – , no tenía caso. Y aún así, ahí estaba, respirando profundamente para recuperarse y poder volver al trabajo.

Mientras fumaba un cigarrillo, apoyada en la pared del pasillo iluminado en rosado, Heaven recordó por un momento su encuentro con Sevika de la noche anterior. Tan corto, y sin importancia, y aún así, la chica no se lo podía sacar de su cabeza...

Una compañera caminando hacia ella la devolvió a la realidad. Grace, cinco años mayor que ella, morena y de cabello castaño, siendo sus ojos azules su arma principal. Grace había llegado allí hace ya un par de años, era energética y amable con Heaven, aunque no se podrían denominar amigas completamente.

– Heaven.– La llamó. –La señora te busca.

Heaven apagó su cigarrillo en su propia lengua y se dispuso a ir. Pero Grace la detuvo antes de que pudiera irse. El rostro de su compañera era casi... Triste.

– Que te vaya bien. – Le dijo, antes de irse.

A Heaven le extrañó esa despedida tan seria. Y se había hecho buena leyendo las expresiones ajenas – claro, era parte de su trabajo, pero también servía con sus compañeras y con la señora Babette, para saber cuando algo estaba mal. Y en ese momento, era cuando.

La chica llegó a la oficina de la señora y empujó suavemente la cortina a un lado, haciendo tintinear los adornos de esta.

– Permiso...

La respiración de Heaven se cortó suavemente al ver a Sevika, sentada en el sofá. La mujer sólo giró su cabeza para mirar a la joven, en silencio, un puro humeante en su boca ligeramente fruncida y su mirada, como siempre, endurecida. La señora Babette escribía en su escritorio, sobre el cual a Heaven le pareció ver un saco de monedas no tan pequeño.

– Ah, ahí estás, Heaven.- La señora Babette levantó la mirada para recibir a su chica con la calidez habitual. Tal vez lo hacía para aliviar la visible sorpresa de esta, ya que Heaven estaba empezando a pensar que se había metido en problemas.

– ... ¿Quería verme, señora? - Heaven entró con pasos cautelosos, acercándose a ambas mujeres.

– Empaca tus cosas, corazón. – Le dijo Babette sin más rodeos. - Te vas con Sevika esta noche.

Heaven volteó a ver a Sevika en shock. ¿Acababa de ser comprada? ¿Por ella? ¿Silco tenía algo que ver en esto? Por supuesto, no se trataba del dinero. Cinco monedas de oro no serían nada para el industrialista con más poder en toda la ciudad. Entonces, ¿por qué?

Su tren de pensamientos fue interrumpido por Babette nuevamente, quien le tendió la hoja en la que estaba escribiendo.

– Pon tu nombre aquí, por favor.

Claro. Era un documento de consentimiento. Heaven sólo había presenciado un par de compañeros siendo comprados por externos – desde luego, no cualquiera podía darse el lujo de sacar a uno de ahí, al menos no de manera "oficial". Mientras se agachaba para escribir, sintió la mirada de Sevika clavada en su cuerpo, cubierto únicamente por su set de lencería en un tono menta claro y, por primera vez en muchos años, se sintió expuesta.

Una vez dejó la pluma en el escritorio, Babette le dirigió una sonrisa un tanto triste, y extendió sus brazos para recibir los de la muchacha.

– Cuídate mucho, niña.

El ángel de ZaunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora