Capítulo 2

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Lauder Ashford

El sol penetraba por la ventana de mi oficina, iluminando el polvo suspendido en el aire. Era un domingo tranquilo y decidí ir a la oficina para organizar mis pensamientos antes de sumergirme en el caso que me habían asignado: el inquietante asesinato de dos chicas jóvenes. Sentía que la cuerda floja de la duda se balanceaba sobre mi mente, y necesitaba desesperadamente encontrar respuestas.

Se escuchan dos golpes en la puerta y ruego que no sea Gideon, pues en estos momentos no estoy para tolerar sus estupideces.

—¿Quién es? — pregunto mirando hacia la puerta.

—Tus únicos amigos en tu triste y aburrida vida— respondió Harvey riéndose mientras abría la puerta; junto a él estaba Melissa compartiendo el mismo humor matutino, ellos dos eran los únicos amigos y compañeros de trabajo con los que mantenía una amistad estable y constante.

—¿Qué tanto estuvieron haciendo ustedes dos? — desde hace días no me los había topado, era lógico, nuestro trabajo consume gran parte de nuestro tiempo.

—Ya sabes, lo de siempre; investigando y conduciendo— responde con aburrimiento Melissa.

—Bueno, yo hago todo y ella solo habla como cotorra— cuenta Harvey mientras prepara café en mi máquina.

—Ah ¿En serio, Mel? — pregunto divertida, sé que eso le molesta.

Melissa se acomoda su largo cabello rubio y sus ojos verdes me observan despectivos.

—Sabes que no, tonta— voltea su mirada y sonríe coqueta hacia Harvey—. Él solo intenta llevarse el crédito.

Observo este gesto con atención. Mis amigos siempre han sido bastante unidos entre ellos, pero últimamente son muy... Coquetos.

—Lo que tú digas, querida. Y cuéntame Lauder, ¿En qué la cagaste?

—¿Qué? ¿Ustedes ya saben? — cuestiono acariciando mi cien.

—Todos aquí ya lo saben, hasta el jardinero— contesta Melissa abriendo un paquete de galletas que sacó de mi escritorio.

—Ustedes más que nadie saben que yo nunca fallaría— digo segura observando a ambos.

—Parece que esta vez no fue así, Lauder— dice Harvey acariciando mi espalda —. Pero, los errores son parte de los humanos, está bien equivocarse.

—Quizás no haya sido ella, Harvey, puede que la hayan saboteado— plantea Melissa — ¿No crees que tu hermano tuvo algo que ver en esto?

—No lo sé... Aunque conociendo como es, no sería una idea descabellada— digo y Melissa me da una taza de café junto a una galleta.

Las caricias de Harvey más la atención de Melissa me hacen sentir un poco más reconfortada.

—Como sea... Podemos ayudarte— ofrece Melissa —. Ya hemos trabajado en casos los tres juntos, no será diferente esta vez.

—Oh diablos. Deberíamos repetir la experiencia de la anciana persiguiéndonos con la escopeta— Harvey dice mientras ríe divertido.

—Muy gracioso, Harvey— revoleo los ojos.

Esa experiencia no había sido muy buena. Realmente no es divertido tener a una anciana demente persiguiéndote con un arma de fuego.

—Es mejor si yo lo hago sola, chicos... Necesito recuperar mi estatus en este lugar.

—Vamos Lauder, sabes que somos buenos amigos y compañeros de trabajo— insiste Melissa.

Me niego y veo el reloj en la pared azul oscuro.

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