if i didn't know better, i'd think you were talking to me now

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Sólo paso para recordarles que estos extras no están en orden cronológico. Y en este AU, me gusta pensar que le pondrían a uno de sus hijos Fernando en honor del Fernando de este AU sfnskdfj

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A Max no le gusta mucho visitar la tumba de su padre. Puede contar con los dedos de una mano las veces que ha visitado el lugar, de hecho.

No es un lugar feo – todo lo contrario. Se encuentra entre el patio de Aubrey Hall y el prado que rodea la propiedad. La placa memorial se encuentra en perfecto estado porque su madre se asegura de que el lugar se mantenga limpio, y de que coloquen un ramo fresco de lavanda y hortensias incluso cuando la familia no se encuentra ocupando Aubrey Hall. Todo eso se combina para crear un lugar solemne pero agradable, lo suficiente como para que hayan pensado en agregar una banca para sentarse. Max simplemente nunca ha sido capaz de encontrar la tranquilidad que su madre sí parece encontrar al visitar el lugar.

Después de recoger el ramo viejo, Max coloca el nuevo que ha traído, y se sienta en esa misma banca.

"Hola, papá," Max susurra, sin poder evitar el nudo que se le forma en la garganta. No le decía papá a su padre desde que tenía doce años. A sus casi treinta y cinco años, frente a la tumba de su padre, se siente de nuevo como un chiquillo. "Ha pasado un tiempo."

Es obvio que el memorial de Torger – una estatua bastante simple – no responderá, pero a Max le da muy igual.

Max traga saliva. "Perdóname," es lo que puede decir. Tiene muchas cosas que quiere decir, en realidad, pero no encuentra las palabras. "No siempre fui el alfa que debía ser para nuestra familia." Max sabe que, si su padre hubiera presenciado todo lo que pasó con Checo y con Patricio, lo habría tomado de los hombros y lo habría sacudido hasta que entrara en razón.

Y a pesar de los reproches a los que habría sido acreedor, Max habría dado lo que fuera porque su padre lo hubiera visto casarse con el amor de su vida – porque hubiera estado ahí para aconsejar a Max sobre el cortejo y sus complejidades, o para guiarlo en los misterios de la paternidad. Buscando ahuyentar las lágrimas que se juntan en sus ojos, Max alza la vista para ver la pequeña vasija de mármol que adorna la punta del memorial de su padre. Hay tantas cosas que quiere decirle. Tantas cosas que no pudo decirle.

"Sigo sin saber si lo soy," admite Max. "No sé si algún día llenaré tus zapatos. Pero lo intento." Max inhala, y después exhala. "Te extraño mucho, papá," dice, con voz quebradiza. "Ojalá pudieras –"

Lo interrumpe una voz que sólo puede pertenecer a una niña. Una voz con la que Max está muy familiarizado y que, a pesar de la sombría atmósfera, hace que sonría en cuanto la escucha. "¡Papá!" Grita.

"Estoy por acá, schatje," responde Max, frotándose los ojos para limpiarse las lágrimas acumuladas. No pasa mucho tiempo antes de que Emilia camine por detrás de los arbustos y lo vea, sentado en la banca, justo al lado del memorial.

Cuando nació, Max había estado en el séptimo cielo. Obviamente todavía es la niña de sus ojos, con apenas seis años, pero verla crecer siempre lo llena de felicidad, y de nostalgia. Tan solo ayer parecía que Max podía sostenerla entre sus manos, y ahora está creciendo tan rápido... Le da miedo pensar que un día va a pestañear, y ella ya será toda una señorita.

Pero no vale la pena pensar en cosas que todavía no pasan, no cuando Emilia se acerca y coloca su mano en la rodilla de Max, con una expresión de suma seriedad. "¿Triste?" Pregunta.

Max le sonríe. "Un poquito," admite. Emilia es muy inteligente, y hay unas mentirillas que ya no compra, por más que Max lo intente. Es mejor intentar inculcarle una cultura de la honestidad, y qué mejor que Max lidere con el ejemplo. "Vine a visitar a tu abuelo Toto," le explica suavemente, ayudándole a sentarse a su lado en la banca. Emilia mira fijamente el memorial frente a ellos.

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