El Atraco | Imantado

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Un día más en esta casa de locos.

Hoy iríamos a la playa donde había una fiesta. Por la mañana fuimos a un centro comercial. Como no mi dinero voló en ropa, al igual que Sara y Alicia.

Los chicos se separaron y se fueron a saber donde, no querían estar de tienda en tienda con nosotras.

Estuvimos unas horas largas pasando de una marca a otra.

— Ya me duelen los pies. — me quejé sentándome en un banco.

— Y a mi. — Alicia hizo lo mismo.

— Es que llevamos bastantes horas. — la otra rubia carcajeó viendo su teléfono.

Quedamos en un restaurante con los chicos donde comeríamos para luego volver a casa.

— Hola, guapa. — me acercó el chico con gorra de la cintura depositando un beso en mis labios.

— Holi. — sonreí ante el gesto y nos sentamos a comer.

Tras pagar volvimos a casa a descansar un poco. Álvaro y yo nos pusimos una peli, donde sin darme cuenta me quedé dormida, suponía que era el cansancio de tanto andar.

Me desperté justo en los créditos finales.

— Buenos días, princesa. — el contrario carcajeó apartando un mechón de mi cara. — te has dormido casi al empezar la peli. — me besó la frente.

— Perdón. — me incorporé sentándome y frotando mis ojos. No me gustaba dormirme cuando veía una película.

— No pasa nada, estabas cansada. — acarició mi pierna con su pulgar.

— Me voy a duchar. — asintió. Le di un pequeño beso para irme corriendo a ducharme. Tardaba la vida entera en prepararme y no quería ir con prisa.

Un rato después salí con una toalla en mi cuerpo enrollado.

— Pero ¿y estas vistas? — me miró de arriba abajo con una sonrisa pícara.

— Señorito, Sánchez. — me acerqué a él y coloqué mi dedo índice en su pecho. — ahora no toca eso. — el contrario puso un puchero. Carcajeé por el gesto y me acerqué al armario que compartíamos y donde anteriormente guardé la ropa que compré.

Mientras miraba el panorama de la ropa unos brazos me rodearon la cintura pegándome más a su cuerpo.

— Amor ¿en serio? — giré mi cabeza para verlo de reojo. Se le notaba contentillo.

— Es que verte así de preciosa... — dijo excusándose.

Cerré el armario y me giré quedando cara a cara completamente.

Apoyé una mano en su nuca, acariciando su pelo que sobresalía de la gorra. Sonreí analizando cada parte de su rostro llegando a los labios, pero el chico pilló ventaja acercándome de la misma forma que antes para cerrar la distancia que quedaba entre nosotros dos.

Con la fuerza que el beso estaba agarrando me acorraló en el armario, haciendo que fuese difícil despegarme de él. Sus besos pasaron hasta mi cuello, llegando a mi pecho todavía tapado con la toalla.

El calor en mi cuerpo se hacía presente cada vez más rápido. Agarré su gorra, quitándosela y tirándola a una esquina de la habitación. Este me miró con una sonrisa volviendo a besar mis ahora rojos labios.

Volvió a acercarme notando más su erección la cual tocó mi zona sensible a través de la toalla haciendo que un leve gemido saliese de mi boca.

— Vaya. — el chico sonrió pícaramente. Le puse mi índice en sus labios mandándolo callar.

Me separé saliendo del rincón del armario. Caminé hasta la cama dándole la espalda mientras le provocaba bajándome la toalla. Pude ver de reojo como se quitaba la camiseta tirándola al suelo.

— No juegues con fuego, ___. — murmuró Álvaro acercándose lentamente.

Me giró volviendo a quedar cara a cara. Con los besos apasionados que ambos recibíamos nos sentamos en la cama hasta llegar a estar uno encima del otro. De un movimiento quedé yo encima, pasando mi pierna por su cadera para mantener estabilidad. Sus manos pasaban torpes por encima de la toalla. Por eso con seguridad me la quité quedando completamente desnuda, el contrario repasaba mi cuerpo con la mirada sonriendo.

Moví mi cadera encima de él, eso hizo que un corto gemido saliese de entre los labios del chico. Agarré confianza y desabroché su pantalón, para luego con ayuda poder quitárselo junto al bóxer.

Quedamos ambos desnudos.

El moreno estiró la mano llegando hasta la mesilla donde habían preservativos, agarrando uno y colocándoselo para seguido introducirlo en mi.

Las voces de ambos retumbaban por toda la habitación junto los choques de las embestidas. La mano de Álvaro tapó mi boca para no hacer más ruido del que estábamos haciendo de por si.

Las embestidas cada vez eran más rápidas haciéndonos llegar al mismo tiempo, cayendo exhaustos uno al lado del otro.

— Te amo, ___. — me quedé quieta, pues nunca me había dicho <te amo> antes.

— Yo más. — me apoyé en mis codos mirándole con una amplia sonrisa.

Tras recuperarnos nos fuimos a la ducha, esta vez los dos a la vez. Al salir agarré un vestido azul cielo ceñido junto a la ropa interior. Me vestí mientras veía a Imantado abrochándose los botones de la camisa.

— Estas preciosa. — se acercó mientras terminaba de colocarme el vestido.

— Tu también, pero aprende a abrocharte bien, amor. — solté una carcajada viendo como sus botones no iban a la par, se había abrochado un botón más arriba, quedando la camisa blanca algo abstracta.

Le coloqué bien el cuello de la camisa mientras este se abrochaba de nuevo, pero esta vez como era. Caminé hasta donde tenía los tacones que me iba a poner y luego a los accesorios.

— ¿Me ayudas? — asintió y le entregué el collar dorado que me iba a poner, me recogí el pelo hacia arriba para que el contrario pudiese colocar el accesorio sin problema.

— Listo. — depositó un dulce beso en mi mejilla.

— Gracias. — sonreí y me miré al espejo que había junto al armario.

Me terminé de preparar retocando el maquillaje que hice anteriormente y revisé las ondas que tanto me costaban hacer y que quedasen como yo quería.

Me veía realmente bien.

Bajamos de la mano hasta la entrada donde estaban casi todos esperando.

— ¿Quien ostias falta? — exclamó Auron.

— ¡Ya estoy! — Axozer bajó corriendo llegando hasta nosotros.

— Pues vámonos. — habló Jokki dando una palmada.

Nos repartimos en varios coches. En mi caso me tocó junto Imantado, Axozer, Alicia y 8cho. Estos últimos iban atrás, Álvaro conducía y yo de copiloto.

El lugar era precioso. Parecía un lugar de ensueño.