Capítulo cuatro.

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El hombre lobo.

Admitía que jamás habia pensado en volver a Hogwarts. Con todos sus amigos muertos y uno de ellos en Azkaban, se habia decidido por recluir en su antiguo hogar, muy lejos de la sociedad mágica y bestial.

Pero hace dos años, recibió una carta anónima que le pedía el favor de postularse como maestro de defensa en hogwarts específicamente ese año, después del escape de Sirius Black de Azkaban. Creyó que era una broma, pero algo dentro suyo le hizo guardar la carta.

Un día como cualquier otro, ya con la carta olvidada en uno de sus muchos cajones, recibió el diario "el profeta" con el anuncio del escape de Sirius Black, lo que lo sorprendió tanto que buscó la carta como un loco, encontrándolo justo donde lo había dejado, con las mismas palabras que jamás creyó. Días más tarde, también recibió una carta de Dumbledore, quien le solicitó que fuera el maestro de defensa durante ese año, y se habría negado, por su condición pero cuando vió nuevamente la carta, decidió aceptar.

Aunque la duda lo carcomia por dentro, y le había dejado pensado: ¿Quién era el remitente de la carta? ¿Cómo supo que Sirius Black iba a escapar incluso años antes de que lo hiciera?¿Y cómo supo de los dementores en el vagón de Harry Potter?

La letra era hosca, el papel era un envoltorio de alguna marca que él no conocía, y olía a humedad. Fue imposible rastrear el olor, y cualquier rastro que se había dejado antes, ya se habría desvanecido después de dos años de estar en su cajonera, así que simplemente decidió seguir las instrucciones de dicha carta.

Sin más, se sentó en un compartimiento cualquiera en el tren donde Harry Potter y sus amigos decidieron sentarse.

El apagón sucedió tal como había dicho, solo que ningún dementor atacó exactamente ese lugar, además, había un patronus junto al suyo, que vino al rescate de Harry, un pequeño zorro.

También, justo cuando iban a subir a los carruajes, no hubo una conversación entre el niño Malfoy y Harry, como decía que debía pasar. Más bien, Malfoy jr estaba más concentrado en una niña de Ravenclaw. El hecho de que las cosas pasaron como en la carta pero a la vez, hubo una diferencia que alteró el destino que estaba escrito, solo hizo que Remus pensará que incluso el remitente de la carta no sabía sobre esos cambios.

Y cuando ingresaron al castillo, no quiso pensar en la incógnita que le generó toda la situación. Pero, una vez más, encontró otra carta que estaba en el escritorio de su nueva habitación.

Tenía una fecha, un lugar, y una hora.

10/10, sauce boxeador, 01:00 am.

Letra grande y semi circulada, sin rastros de olor o magia, la persona que lo estaba contactando queria algo de él, pero no sabía qué. Tal vez era Sirius Black, pero eso era imposible. Su letra siempre había sido ilegible y horrorosa, incluso cuando James había intentado decifrarlo una vez, había fracasado horriblemente.

No conocía a otra persona que quisiera escribirle, así que solo tenía a Sirius en su lista. Mientras se quitaba el abrigo para ponerse cómodo, un olor a bosque húmedo, y una magia extraña se extendió en su habitación, haciendo que su lobo quisiera acurrucarse sobre si mismo entonces hubo dos golpes en su puerta.

Se sobresaltó porque no escucho ningún paso y no sintió ninguna presencia, con la varita en mano desenfundada, camino con máxima alerta hacía la puerta y lo abrió despacio. En el pasillo, el cabello rubio inconfundible del descendiente de Lucius Malfoy brillaba contra las velas, tenía una caja cerrada, parecía estar haciendo un mandado.

-¿Alumno...?

-Draco Malfoy, profesor. -el joven no lo miraba a los ojos, su vista estaba en la caja que tenía en los brazos, el cual parecía pesarle - Estoy haciendo un mandado de parte del profesor Snape, dijo que le entregará está caja y que no la abriera, también me dijo que le dijera que no lo mencionaras.

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