El matrimonio Hamilton-Perez pende de un hilo.
Sergio es un hombre totalmente enamorado de su esposo, el cuál está enormemente fastidiado con la monotonía del mismo.
La vida siempre tiene un destino trazado ¿Cuál será el de este matrimonio?
Los días pasaron, algunos muy buenos y otros que preferían olvidar para el matrimonio Hamilton-Pérez.
La pésima actitud de Lewis confundía al menor de la unión, su esposo, el que piensa el amor de su vida algunos días era cariñoso, romántico y hasta detallista (En exceso) uno de esos escasos días llegó con un ramo decorado con las flores más exquisitas y caras que el pecoso en sus años haya tenido en las manos, definitivamente el moreno no escatimó en gastos en ese presente que sin duda fue acompañado con una pequeña caja que contenía un lindo y fino brazalete. Pero la otra cara de la moneda llegaba a asustarlo.
Al salir de trabajar, Sergio trataba de tener todo listo para la llegada de su amor, le gustaba consentirlo, pensaba que así los días malos se esfumarían viniendo con ello más de los días de su Lewis cariñoso y aún más teniendo en cuenta que eran tiempos de elecciones, El mayor se encontraba reeligiéndose para ocupar un gran puesto dentro del poder del país donde residían a eso atribuía sus cambios de humor repentinos, seguro su amado esposo solo estaba bajo demasiado estrés.
Era su culpa no entenderlo.
La mesa estaba servida, durante todo el día que restaba había preparado el platillo favorito de ambos, (que por cierto sirvieron en su boda). Trató de que todo se viera prolijo con un cálido ambiente romántico, ansiaba tener a su marido en los brazos.
El día anterior fue uno de aquellos días malos, donde su esposo comenzó a recalcarle todo lo malo que hacía o dejaba de hacer, lo que no le gustaba de su cuerpo y personalidad, terminando con él llorando a mares y el británico molesto yéndose a "refugiar" en la casa de George.
Dios, que agradecido debería de estar con su amigo por cuidar a Lewis. Pensaba Sergio
"Es que solo mírate" "No empieces a llorar, si hubiera querido a alguien tan sensible hubiera elegido a una mujer" "De verdad que no soporto verte un segundo más" fueron uno de las tantas palabras hirientes que Hamilton recalcaba a su esposo durante sus ataque de furia.
Ataques que solo usaba de excusa para poder ir a los brazos del joven que se encontraba a unos cortos kilómetros de su hogar.
Pero por más intentos que hizo el mexicano por una noche perfecta, el de Reino Unido tenía otros planes...
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—Buenas noches, Sergio.— Fue lo primero que salió de su boca al llegar a su hogar después de una cansada jornada laboral, su plan era llegar a su casa, darse una efímera ducha e ir a visitar a cierto alto, su humor no daba para más.
—Buenas noches amor mío, preparé de cenar para ambos, espero estés hambriento.— Comentó con una sonrisa antes de robarle un tierno beso, de verdad quería una velada dulce que terminara con ambos acurrucados hasta dormir.
—No hubieras perdido tu tiempo, me regresaré a la oficina, solo me baño y voy de salida.— Sin más tomó la más bajo de los hombros retirándolo de sí para dirigirse hacia el piso de arriba dejando sus zapatos y sacos regados por la sala, cosa que no dudó el menor del hogar en recoger con un suspiro cansado y desolado, otra noche solo, mínimo esta vez no había sido grosero, solo eran cosas del trabajo ¿Cierto?
