Por mi mente nunca se cruzó una idea tal, ¿Quién podría pensarlo?
Dos mundos distintos, era simple darse cuenta que no funcionaria. Te engañe, me engañaste, vivimos una farsa durante tanto tiempo. Una monotonía asesina, cada día al borde del peligro: eso se volvió repetitivo. Te cansaste, no viste nada nuevo y yo tampoco te lo mostré.
Eras la noche que me abrigaba y el sol que salía en mi amanecer, inundando incluso mis fantasías, pudo ser un sueño y lo fue para mi, pero tu lo convertiste en pesadilla, encadenandome con mentiras al espaldar de una cama donde querías asfixiarme.
Mortal.
Cai bajo, en el fondo del mar, feliz de ahogarme por ti y eso simplemente no te importo porque no te basto con eso, no querías que yo quisiera dar mi vida por ti, tu querias arrancarmela con tus propias manos pero fallaste y te aburriste.
Nunca fui lo suficiente para ti.
Me forzaste a creer que te necesitaba para respirar, a pensar que eras lo único que tenía cuando en realidad eras lo único que nunca debí tener, eras y seguiras siendo lo que siempre estuvo mal.
No me salvaste, me dejaste bajo el agua, perdí la conciencia de lo que era y me extravié, mientras en tu cabecita solo había espacio para fingir la misma falacia con un nuevo personaje que te mostrara lo que yo no pude.
Desde el inicio me fallaste, pero no te culpo, yo fui la ciega en primer lugar; con gusto me puse una venda y me lance por el precipicio de tus ojos. El filo de tus colmillos me atrapó, fui consumida como una presa y al acabarse la parte buena me reemplazaste. He comprendido el perdón, pero el rencor siempre lo he conocido y puedo darme el regocijo de saber que es lo único que tienes de mí ahora, pues por más que trataste no pudiste sumergirme en tu jardín de miniatura donde controlas a todos los que deseas como tus juguetes, no te lo permiti por segunda vez, con esperanzas de corazón deseo que obtengas el destino que te mereces en tu propio acantilado, perforado por la garras de alguien más.