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YoonGi sabía que debía dormir, pero no podía. No cuando miraba a JiMin dormir... tan relajado.

No sabe cómo, todo sucedió tan rápido que aun esta procesandolo. Recuerda esa vez que DaSol se reunió con su equipo, quería vincularse con la empresa, recordaba la forma en que había acosado a una de las asistentes, el gerente no quiso meterse en problemas en los medios y lo rechazó, sobre todo porque no quería que los accionistas retiraran sus inversiones.

YoonGi vuelve a enfocarse y mira el rostro de JiMin, no sabía que se trataba del mismo hombre, pensó que era una  coincidencia, cuando JiMin le mostró una foto de él, la ironía parecía burlarse de su creencia. Cuando descubrió los golpes en su cuerpo, no fue porque JiMin se animara a decírselo, fue porque estaban jugando en la cama y lo escuchó quejarse, pensó que le había hecho daño, se levantó de la cama apresurado, encendió las luces principales de la habitación y lo vió... la sabana se había corrido, reflejando la espalda desnuda y lastimada de JiMin.

No podía creer lo que veía, estaba furioso, no entendìa como ese bastardo había logrado lastimar de esa forma tan inhumana a JiMin. Él ni siquiera se había a atrevido a hacer algo que dejara marca mientras intimaban.

Se aseguraba de tratarlo con delicadeza y amor, lo deseaba tanto que jamás intentó lastimarlo, no era fan del sexo rudo y agresivo, prefería los ojos brillantes de JiMin cuando se tomaba el tiempo de sentir su interior y hacerlo jadear lentamente. Amaba sus expresiones durante la intimidad, su prioridad era complacerlo totalmente, era tocarlo con vehemencia, con sublimidad, entregandose del mismo modo en que JiMin se entregaba a él, no había nada más perfecto que su cabello alborotado sobre la almohada, que su perlada piel debido al calor del momento, que el subir y bajar de su pecho, que el estrecimiento que provocaba en cada empuje cuidadoso... todo en él era deseable...

Vuelve a mirarlo, JiMin sonríe dormido, aun cuando descansaba se miraba tan perfecto. Saber que JiMin tendría a su hijo, le hizo pensar al respecto de lo que les esperaba de su informal relación. No serían algo pasajero, no ahora que caía en cuenta de todo lo que JiMin significaba para él.

YoonGi no podía con la ola de sentimientos, a veces se sentía celoso de saber que JiMin volvería a ese apartamento.

- ¿YoonGi?- la voz de JiMin se escucha en medio de la habitación.

- Lo siento... sigue durmiendo- le dice en un susurro, JiMin solo lo observa, sus ojos se cierran casi de inmediato, YoonGi acomoda las mantas sobre él para darle calor, habían tenido una noche llena de respiraciones pesadas y un poco de deseo.

Estaban en la recta final del embarazo, y YoonGi vivía para complacer a JiMin por completo, desde antojos hasta en su extasis.

Con cariño deja suaves caricias en su espalda, sonríe. No puede creer lo que una noche hizo con ellos y se siente por completo afortunado de ser quien cuide y proteja a JiMin.

JiMin ahora podía verse de la misma forma en que él lo veía, era un hombre atractivo, especial y capaz. No era una carga, le había demostrado que estaba amandose como él había empezado a hacerlo. Quizás la aventura pudo haberse quedado como tal, como algo que no volvería a suceder, pero allí estaba, sintiendo los movimientos de su hijo, acobijando entre sus brazos a ese chico dulce y guapo, despertando con esa calidez en el alma, con esas sonrisas y esos pucheros que lo volvían loco.

JiMin había logrado ingresar a la universidad, llevaba su licenciatura con calma, sabiendo que dentro de poco tiempo tendrían a un recién nacido que cuidar juntos, admiraba su decisión de retomar sus sueños, solo deseaba que los alcanzara todos. YoonGi sabía que si JiMin le pedía una estrella haría hasta lo imposible de poner más de alguna constelación a su nombre. Para que todo el mundo se enterara de las razones, era un hombre enamorado y estaba dispuesto a ofrecerle el mundo a JiMin, incluso cuando ofreció demandar a su madrastra e hija, JiMin solo dijo que preferiría no verlas de nuevo, no quería lazos ni parentezco con ellas, mientras más lejos estuvieran, sería mejor, para él y para su bebé. Una orden de alejamiento fue la sugerencia de NamJoon, y de alguna forma el dinero da poder, no necesitaron pruebas ni testigos de maltrato, bastó con la petición escrita por NamJoon al juez para que se las concedieran, de modo que ninguna de ellas podía acercarse a JiMin ni a su hijo.

JiMin reía casi todos los días, tenía días donde sus hormonas le jugaban en contra y su estado de ánimo no era el mejor, YoonGi trataba de comprenderlo lo mejor posible para calmarlo y no hacerlo sentir culpable de nada.
Y otro detalle importante, JiMin estaba yendo a terapias, debía entender que no era culpa suya lo que vivió, fue una víctima de la avaricia y la envidia, de la indiferencia y de la maldad de las personas que lo rodeaban. No era responsable, de los involucrados él era el más inocente. YoonGi se había involucrado haciendo los espacios en su agenda laboral para acompañarlo a algunas de las sesiones. Fue decisión de JiMin iniciar, quería sanar y que nunca se le pasara por la mente, tratar a su bebé de esa manera, su bebé inocente que no tenía ni voz ni voto en las decisiones que llegara a tomar. Solo quería ser su mejor versión, para sí mismo, para YoonGi y su hijo. Incluso para aquellos a los que comenzaba a llamar amigos.

Encontrarlo fue casualidad, pero ha decidido quedarse a su lado y eso era lo que importaba...

Mon désirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora