No todo había terminado para la familia Jeon cuando el último descendiente de los Ferrara falleció; existía alguien más que estaba en la lista por matar.
Alguien que solo buscaba justicia para Corea del Sur.
Un hombre recto que terminaría con todo e...
El sitio estaba envuelto en una noche infinita sin estrellas y en el cielo solo se mostraba un gran satélite natural pintado de carmín. Ella estaba presente y les brindaba el poder único a sus seres celestiales.
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Una respiración agitada se escuchó y después sintió como su cuerpo se calentaba aún más. Temblando, soltó un gemido de dolor mientras cerraba los ojos con fuerza. Con el terror recorriéndole el cuerpo, giró la cabeza, siguió corriendo y sus sentidos se alertaron al captar pisadas.
—N-No...—imploró aquella niña de mechones negros mientras corría angustiada.
Las plantas de los pies le dolían. Alarmada, divisó detrás de ella mientras aumentaba la velocidad. Sujetó la mano de su amiga para no dejarla atrás hasta que, de pronto, un disparo estrepitoso se escuchó y una de ellas quedó sin vida.
—¡Nancy!.—gritó desgarradoramente la pequeña.
La cachorra sobreviviente observó sin creer la escena que le partió el corazón. Su amiga Nancy se encontraba desvanecida sobre el suelo con un hoyo en la cabeza y mantenía los ojos abiertos mientras un recorrido de sangre se deslizaba por su entrecejo.
—¡N-Nancy! ¡Nancy, por favor!.—La omega suplicó temblando y después respiró agitadamente.
La niña comenzó a llorar, aferrándose al cuerpo de su amiga ya fallecida. No pensaba dejarla sola. Si este era su momento para morir, entonces cedería. Otros disparos se escucharon, dejando en un silencio sepulcral el sitio, poco después seguido por gritos de personas implorando piedad. Hyuna alzó la cabeza con los ojos llenos de lágrimas, sollozó arrastrando el cuerpo de Nancy como pudo para poder irse de allí con ella.
—N-No te voy a dejar, n-no lo haré.—Mencionó aún entre sollozos.
Hyuna se aferraba a la idea de poder llevársela. Miró hacia el cielo mientras temblaba, jadeó sollozando y después suplicó.
—P-Por favor... m-mamá, por favor ayúdame.—Imploró con voz silenciosa desgarradora.
Sin pensarlo, una mano se colocó en su boca logrando sofocarla. La omega soltó a su amiga y forcejeó queriendo que la soltaran. Respiró rápido tratando de morder a la persona, pero un aroma fuerte la mareó.
—Tranquila, tranquilízate. Estás a salvo, pequeña.—Habló un joven inmovilizando a la cachorra.
La pequeña se quejó moviéndose violentamente hasta que comenzó a cesar despacio. El chico sabía que usando el cloroformo haría su trabajo más fácil. Una vez se cercioró de que la niña ya estaba completamente desmayada entre sus fornidos brazos, la cargó.
—Comisario EunWoo.—Un alfa llegó rápido logrando auxiliarlo.
—Asegúrate de traerte a la otra niña. Yo me llevaré a esta.—Mencionó mirando por última vez a la pequeña que tenía un horificio justo en su frente.—Apúrate antes de que nos vean.
