No todo había terminado para la familia Jeon cuando el último descendiente de los Ferrara falleció; existía alguien más que estaba en la lista por matar.
Alguien que solo buscaba justicia para Corea del Sur.
Un hombre recto que terminaría con todo e...
Las cobijas descubrieron su cuerpo de una forma violenta, sintió un aroma a vino inundar el lugar y con ello unos ojos morados verlo con deseo y excitación.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Te pareces mucho a una persona que conocí antes cachorrito—habló Matthew mordiéndose el labio inferior.
Hyunsik sintió su cuerpo temblar, abrió la boca lentamente tratando de respirar.
—Vas a servirme más en un laboratorio que aquí, aunque no te sientas tan confiado hermoso, voy a disfrutarte así sea muerto—pasó la lengua por sus labios superiores relamiéndolos analizando al cachorro.
El niño comenzó a llorar, sentía dolor en sus brazos debido a las agujas que le habían sacado sangre. Lentamente Ferrara sonrió y después habló.
—Jeon Hyunsik... príncipe del infierno, hijo del diablo—susurró el alfa de cabello gris—sabes que por la culpa de tus padres estás aquí ¿no?
—M-Me duele...—se quejó el cachorro sollozando.
—Silencio...—habló en un hilo de voz—¿yo soy el monstruo? hazte la pregunta Hyunsik, ¿soy yo quien te atormenta? o es... ¿lo que Jeon Jungkook y Jeon Jimin te han estado ocultado? ¿qué es lo que no quieren que veas? ¿por qué se enojan tanto cuando vas al sitio prohibido?—soltó una risa maliciosa—pronto te volverás como ellos.
Ferrara agarró con fuerza el cabello negro del cachorro y lo hizo para atrás mientras frotaba su miembro en el cuerpo de Hyunsik, fue entonces que los gritos del infante resonaron de una forma desgarradora mientras trataba de quitárselo de encima hasta que abrió sus ojos de golpe chillando todavía más fuerte y respiró agitado dándose cuenta que estaba en su habitación inundada en un silencio sepulcral.
—A-Ah...—jadeó suavemente el cachorro, temblando con lágrimas en los ojos.
Sik inhalaba y exhalaba de manera entrecortada. Llevó una mano a su pecho mientras cerraba los ojos; era la misma pesadilla de siempre.
El niño se pasó los dedos por sus mechones negros, frustrado. Fue entonces cuando la puerta se abrió de golpe, revelando a su padre, alarmado.
