La muerte tiene cabello plateado

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La llamada a una parca no es algo que se pueda ignorar o decir "Te llamo luego". Cuando una muerte se le es asignada, el humo a sus pies la lleva frente a la Parca Mayor. A Jaime se le helaron los huesos cuando vio una nube negra envolver a Cassidy y hacerla desaparecer. En tanto, Cassidy se presentó ante Roxanet, tan natural como en el resto de los trabajos.

-Lo ha llamado -dijo Roxanet igual de fría y autoritaria que cuando lo advirtió, tendiéndole la ficha de Jaime Mesht en letras mayúsculas.

Cassidy tomó la ficha y no se molestó en sorprenderse. Sabía que no iban a dejarlo pasar. Pero aun así se sentía incómoda ante la irrevocable decisión. Roxanet lo notó y tuvo un gesto de cariño con ella por primera vez en mucho tiempo: le sujetó la cara con ambas manos y le besó la frente.

-Sabes lo que debes hacer. Es lo correcto. Es el orden natural de las cosas. No hay vida sin muerte -susurró y se dispuso a marcharse, pero Cassidy la detuvo con una pregunta que hasta entonces no le había formulado:

-¿Por qué me permitiste ser parca? -Roxanet había esperado esa pregunta por mucho tiempo. Como nunca llegó, se olvidó de ella y ahora daba un respingo al pensar la respuesta.

-Te tomé cariño desde la primera vez que te vi, y cuando Muerte te reclamó estábamos en guerra y muchas de nosotras murieron así que fue la excusa perfecta para dejarte aquí conmigo.

Luego de la respuesta preparada, venía la verdadera.

-He sellado más muertes de las que pueda contar o siquiera recordar, pero hay algunas que no olvido: los niños. Por eso te comprendí la primera vez que te pasó con ese muchacho. Cada vez que debo llevarme un niño se me revuelve todo lo que se supone que una parca no tiene, pero lo más doloroso es cuando la madre está presente. El amor de una madre por su hijo y el dolor de perderle me abruma al punto de sentir lo mismo que ella por los instantes en los que se consuma la muerte. Convertirte en parca no tuvo nada que ver con aumentar el número de efectivos a la lucha ni con mantener la especie, esa fue mi perfecta excusa, sino con sentir esa ternura de madre por mí misma en lugar de tomarla prestada por brevedad. Fue una decisión egoísta, retorcida y criticada hasta hoy pero posible en aquel entonces.

La Parca Mayor parecía haberse librado de un gran peso con esa confesión. Cassidy la escuchó atenta y lista para resolver la segunda incógnita:

-Si no me hubieras transformado, ¿yo hubiera ido al cielo?

-Seguramente -resolvió Roxanet, con certeza.

En ese momento Cassidy tuvo claro lo que debía hacer. Tenía algo pendiente con Roxanet así que volvería a verla pronto, pero antes de llevar a Jaime a la muerte, ocupaba contarle todo.

De regreso a la habitación del chico de ojos marrones, Cassidy lo encontró mirando por la ventana desde la cama. Se supone que no debes alegrarte por ver al ser sobrenatural cuyo deber es matarte, pero ahí estaba Jaime, sonriendo al ver esos ya conocidos ojos celestes cruzar el umbral de la puerta. Nunca planeó que la muerte le fuera tan esquiva y cada segundo que seguía en el velo sabía que podía morir. Con el regreso de Cassidy no esperaba noticias buenas o malas, solo noticias obvias. Se había preocupado por ella. El humo envolviéndola podría ser un castigo por hablar con él, por dejarlo vivir hasta ahora. Jaime solo esperaba volverla a ver y hacerle la gran pregunta.

Esta vez Cassidy se sentó a los pies de la cama de Jaime en lugar de en la silla.

-Muerte te ha llamado -soltó luego de una respiración honda.

-Lo intuía -respondió él, sereno.

-Y debo llevarte.

-También lo intuía.

Las parcas tienen nombre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora