Una cita en el velo

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Luego de dos años sin verse, aunque tampoco es natural que una parca y un humano se vean más de una vez, a Cassidy le temblaban las manos antes de entrar en la habitación en la que Jaime se recuperaba de su sobredosis. Como en el resto de cuartos del hospital, ahí solo había un par de sillas, una ventana con vistas a la calle, la tele con solo unos pocos canales, y la cama donde descansaba el chico.

̶ Me queda claro que no tienes ningún aprecio por tu vida o eres temerariamente incosciente -Cassidy se sentó en la silla junto a la ventada, bajo la mirada anonadada de Jaime. ̶ No esperaba verte de nuevo.

̶ Pues yo a ti sí, por eso estoy aquí -dijo él luego de incorporarse.

̶ ¿Cómo podrías tener la certeza de que vendría yo?

̶ No la tenía, pero por probar. Tú lo has dicho: no tengo aprecio por mi vida y soy temerariamente inconsciente. -Las parcas suelen ser poco impresionables después de tanto tiempo. Con solo un par de frases, Jaime consiguió impresionar a una. Se hubiera sentido orgulloso de sí mismo si Cassidy hubiera demostrado algo de la sorpresa que sentía, pero su expresión era igual de neutral que con cualquier otro trabajo.

̶ Eres un humano muy interesante.

̶ Ese es el mejor halago y a la vez el más raro que me han hecho. Pero gracias. ̶ Jaime se alegraba de haber logrado su cometido, aunque no sabía hasta qué punto eso era bueno ni a dónde llegaría. A pesar de la paz que le inundaba siempre cerca de Cassidy, estaba nervioso.

̶ ¿Se puede saber a qué viene ese interés por verme?

̶ ¿Se puede saber a qué viene ese interés por no dejarme morir? ̶ respondió Jaime al instante, casi tan rápido como se arrepintió del tono que usó. Se había planteado por casi dos años la posibilidad de llegar donde se encontraba ahora, pero nunca imaginó qué haría luego. Sus ensayos frente al espejo imaginando la conversación con la parca no le estaban sirviendo de nada.

Dejando de lado a Roxanet por el incumplimiento del trabajo, Cassidy llevaba muchísimo tiempo sin sentirse cuestionada. Aunque su objetivo esa noche era responderle esa pregunta, nunca había llevado demasiado bien que se le subieran a las barbas. Por lo menos ya había comprobado que el chaval no le tenía miedo.

̶ Tú primero -le exigió ella.

̶ No sé qué tan protuctivo sea tocarle la nube de humo a una parca así que lo que tú digas. -Jaime solía sentir nervios al hablar con chicas pero lo disimulaba bastante bien. Con comentarios como ese se ganaba una sonrisa con cualquier humana, pero aquí estaba fallando su estrategia. Estaba frente al ser que lo podía matar y dicho ser le estaba pidiendo explicaciones: una situación extraordinaria. Aunque lo realmente extraordinario para él era que nunca antes se había sentido tan nervioso sosteniéndole la mirada a alguien. -Luego de soñar contigo por primera vez no pude dejar de rememorarlo hasta que caí aquí una segunda y me dijiste lo que eres. Desde ese entonces no he podido parar de pensarte, nunca he sentido la paz que siento en este hospital y tengo muchísimas preguntas que hacerte.

̶ Siempre estuviste despierto cuando venía. Aunque aparezco de noche porque a ciertas horas el límite entre mundos es más difuso, no puedo meterme en los sueños. Las veces que me has visto no es que sueñes conmigo, es que estás en ese límite entre la vida y la muerte: en el velo. Como ahora. Solo que para los niños es más fácil olvidar o camuflajear las cosas. Por eso me viste claramente a los 16 pero confundes con un sueño lo que pasó a los 12 -Soltó Cassidy practicamente de sopetón. Ella también estaba nerviosa: era la primera vez que le contaba ese tipo de cosas a un humano y que alguien le decía que no había podido parar de pensarle.

̶ ¿Ves lo que te digo de la cantidad de preguntas?

̶ ¿Te arriesgas a morir solo por hacer preguntas?

Las parcas tienen nombre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora