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𝐊𝐀𝐈𝐋𝐀𝐍𝐈𝐂𝐀𝐑𝐑𝐄𝐑𝐀
Apenas desperté esta mañana y noté un peso adicional en mi cintura, el recuerdo de anoche me invadió. Con cuidado, me volteé y allí estaba él, sumido en un sueño profundo, su brazo rodeando mi cintura de una manera que me hacía sentir protegida y vulnerable al mismo tiempo.
Era imposible no sentirme incrédula al verlo descansar tan pacíficamente. Si no lo conociera, incluso podría pensar que era un ángel, con su rostro sereno y su respiración tranquila. Pero, en el fondo, una inquietud se instaló en mi pecho: ¿se arrepentiría de haber dormido acá cuando despertara? esa duda llegó a mi cerebro haciéndome enfrentar la realidad. Pero antes de sumergirme en esos pensamientos, algo captó mi atención: la puerta estaba semiabierta. Con lo borracho que había estado anoche, era probable que hubiera olvidado cerrarla correctamente.
Instantáneamente, surgió en mi mente la idea de aprovechar la oportunidad. Si bien era una idea muy tentadora, también era arriesgada sabiendo que Rafe aún estaba a mi lado rodeándome con su brazo. Cualquier movimiento en falso podría despertarlo, y la idea de perder ese momento de tranquilidad me aterraba. Pero, por otro lado, no podía dejar pasar la oportunidad de huir que se me estaba presentando.
Con sumo cuidado, tomé su brazo y lo deslicé lentamente hacia su pecho. Un suave gemido escapó de sus labios, haciéndome contener la respiración.
Cerré los ojos con fuerza, temerosa de haberlo despertado, pero al no notar ninguna reacción de su parte, los abrí de nuevo. Aliviada, comprendí que solo había sido una queja en sus sueños. Respiré hondo, y gateando, me deslicé fuera de la cama con cuidado.
Abrí la puerta con sigilo y salí hasta el pasillo, intentando amortiguar mis pasos para asegurarme de no llamar la atención de ningún otro miembro de la familia Cameron.
Seguí el camino que recordaba vagamente, y al llegar a la planta baja, me dirigí hacia la puerta que estaba frente a la escalera, mi corazón latiendo con fuerza por el temor. Un suspiro frustrado escapó de mis labios cuando giré el pomo y la puerta no se abrió.
Suspire frustrada, y me encaminé para buscar otra salida. Me encontré con otra puerta, pero esta también estaba cerrada.
Ya había llegado lejos, así que no podía rendirme ahora, debía encontrar otra salida.
Con rapidez avancé por los pasillos de la gran casa en busca de otra puerta, cuando llegué a la cocina, mis ojos se posaron en una más.
Nuevamente esperanzada, me acerqué, girando con desesperación el pomo, y... ¡Mierda! También estaba cerrada. Exhalé con frustración, sintiendo que la desesperación comenzaba a apoderarse de mí. Justo cuando estaba a punto de moverme de nuevo para seguir buscando una salida, una voz resonó detrás de mí, rompiendo el silencio y acelerando mi corazón.
