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— ¿Dónde están Pipe y Mar? —preguntó Blas, algo confuso al no ver a la chica que estaban buscando sus amigos hace ya tiempo

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— ¿Dónde están Pipe y Mar? —preguntó Blas, algo confuso al no ver a la chica que estaban buscando sus amigos hace ya tiempo.

El grupo de amigos se impregnaba con la ansiedad de la espera, mientras la incertidumbre se tejía en torno a la ausencia de Felipe y Marina. Las habitaciones cerradas se convertían en barreras que impedían la fluidez del día libre que habían planeado.

— No sé, los llamé y no responden. —contestó Simón, preocupado.

La intriga se apoderaba del grupo, sumiéndolos en el misterio de las habitaciones cerradas. Cada miembro del grupo intentaba comprender el motivo detrás de la falta de respuesta, mientras la impaciencia y la inquietud crecían en el ambiente.

— Voy a golpear otra vez, a ver si se despiertan. —propuso Juani, dispuesto a descifrar el enigma.

Los demás asintieron, anhelando la resolución de ese misterio que mantenía a sus amigos fuera de la escena. La incertidumbre se colaba en cada rincón, y la búsqueda de respuestas se convertía en una travesía en busca de los dos eslabones perdidos en ese día libre que prometía aventuras compartidas.

Juani, con una mezcla de determinación y curiosidad, se acercó a las puertas de las habitaciones de Felipe y Marina. Golpeó con suavidad en la de Felipe, esperando alguna señal de vida. El silencio respondió como un eco vacío.

— ¿Felipe? —llamó el de rulos, alzando un poco más la voz.

En la otra habitación, Simón se acercó a la puerta de Mar con un golpeteo igualmente suave. El misterio se espesaba, como si algo invisible se interpusiera entre ellos y la respuesta que buscaban.

— ¿Mar? ¿Estás bien? —preguntó él, con la preocupación dibujada en su rostro.

Sin embargo, ni Felipe ni Marina emitieron señales de vida. La incertidumbre se apoderaba del pasillo, y los amigos compartían miradas cargadas de interrogantes. Sin más opción, Juani y Simón decidieron abrir las puertas, revelando la incógnita que se ocultaba detrás de ellas.

La habitación de Felipe apareció vacía, como si el chico hubiera dejado escapar el día libre. La ausencia de pistas desconcertaba a los amigos, quienes se miraban entre sí, buscando respuestas que no llegaban.

En cuanto a la habitación de Marina, la imagen era diferente. La rubia estaba allí, pero su semblante reflejaba una mezcla de emociones difíciles de descifrar. En ese instante, la trama de la historia tomaba un giro imprevisto, dejando entrever que algo más profundo estaba en juego.

La chica, con la mirada perdida en algún punto indefinido de la habitación, apenas reaccionó a la entrada de ambos chicos. Los amigos intercambiaron miradas llenas de inquietud, preguntándose qué podría haber sucedido para que Feli y Mar estuvieran tan sumidos en el silencio.

𝗧𝗛𝗘 𝗕𝗘𝗔𝗖𝗛 ━━━ Felipe OtañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora