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Era un martes cualquiera del mes de septiembre, al menos eso creía yo en ese momento. Salí de una junta casi interminable, tenía el tiempo justo para ir a dejar mi auto al departamento, tomar mi maleta y dirigirme al aeropuerto.

El tráfico estaba imposible, había ocurrido un accidente de tres coches y bloqueaban dos carriles de la avenida, yo miraba desesperada el reloj, cuando finalmente llegamos, le pagué al taxista y le dije que guardara el cambio. Corrí por los pasillos del aeropuerto y al llegar al mostrador me dijeron que el avión estaba por despegar y que ya no podía abordar. Suspiré frustrada, no me quedaba más que comprar un boleto para otro día, en eso estaba cuando mi celular sonó.

---Hola papá - respondí al reconocer su número.

---Hola hija, ¿cómo estás?

---Bien, ¿y tú?

---Bien, te llamo para pedirte un favor, ¿sigues en Nueva Jersey?

---Sí, perdí el avión y creo que no hay vuelos para mañana, ¿qué necesitas?

---¿Recuerdas a Valentina?, una de las chicas que ayudamos en la fundación, que tiene cáncer de estómago en fase terminal.

---Sí, es una chica de veinte años, ¿no?, de origen italiano.

---La misma, ¿sabes?, nunca ha viajado y tiene la ilusión de estar hospedada en un hotel de lujo, en una habitación con jacuzzi y pensé que podríamos hacerle realidad ese sueño en su ciudad natal y ese es el favor que quiero pedirte, que le consigas una habitación en el hotel Imperial por unos días para ella, su mamá y su enfermera.

---Por supuesto papá, pásame su dirección y yo mismo paso por ellas para llevarlas.

---Gracias Lisa, ahora te la envío por mensaje.

---No tienes nada que agradecer, sabes que me gusta apoyar en lo que se pueda, ahora mismo llamo para reservar una suite.

---Ok, y entonces, ¿cuándo vienes?

---Yo creo que, hasta el fin de semana, quería tomarme unos días libres, pero ya que perdí el avión aprovecharé para visitar a Valentina y hacer otras cosas.

---Bueno, cuídate mucho hija y recuerda: ¡¡ prevención!!

---Salúdame a mi mamá y dile que los veo el viernes, ¡¡ Prevención!! ---dije riendo

---Hasta el viernes, entonces.

Salí del aeropuerto, tomé un taxi y le di la dirección de mi departamento. Llamé al hotel y pedí que reservaran una de las suites presidenciales a nombre de Valentina y les dije que yo cubriría los gastos. Recibí el mensaje de mi padre con la dirección de ella y después de pasar por mi auto me dirigí hacia allá.

Su mamá me abrió la puerta, me recibió con un gran abrazo, mi padre ya le había llamado por teléfono para darle la noticia, me dijo que éramos unos ángeles y yo le sonreí, mi padre sí lo era y, en dado caso que yo lo fuera, tenía las alas quemadas. Terminé por entrar a la casa y saludé a Valentina que estaba sentada en el sofá, con una sonrisa en su pálida cara y la cabeza cubierta por un turbante para cubrir la calvicie a causa de las quimioterapias, le di un abrazo y la ayudé a levantarse. La encaminé al auto y después de que subió, me regresé por las dos maletas y las metí a la cajuela, en tanto su mamá y su enfermera subían también.

Me puse en marcha y manejé a una velocidad bastante lenta para mi gusto, normal para la mayoría de la gente y minutos después me encontraba estacionándome frente al Hotel Imperial, de inmediato nos abrieron las puertas del auto para bajar, saqué las maletas y el botones las metió al lobby. Yo misma me dirigí a la recepción por la tarjeta de la habitación y las acompañé hasta ahí, volvieron a agradecerme el gesto y les prometí que regresaría a verlas los días que estuvieran ahí.

Salí del ascensor y saqué mi celular para llamar a Miyeon, le pregunté que si estaba disponible para cenar y me dijo que sí, que justo estaba a dos cuadras del hotel, así que entré al restaurante y la esperé en la mesa de siempre. La noté algo extraña cuando entró y me saludó, me sonrió, pero sus ojos lucían apagados.

---¿Otra vez discutiste con Frank? ---pregunté mientras le arrimaba la silla para que se sentará.

---No... bueno, sí, dice que el negocio va mal, que hay perdidas en lugar de ganancias – suspiró frustrada – cada vez está más frío conmigo, hace meses que no me toca Lisa, siempre está cansado, tiene sueño, se siente agripado, llega en la madrugada... casi estoy segura que anda con alguien más.

---¿Y qué esperas para botarlo Miyeon?, el tipo es un abusivo, está viviendo en tu departamento, tú fuiste la que puso el capital para la cafetería y el desgraciado todavía se atreve a cometer la canallada de estarte engañando, no hay pérdidas en el negocio, hay desvió de fondos, que es muy diferente, seguro se está gastando el dinero con ella.

---No es seguro Lisa, sólo son sospechas mías --- se llevó una mano a cabeza y la deslizó por su cabello para luego recargar su mentón en ella – lo mandé investigar.

---¿Qué hiciste qué? – pregunté sorprendida.

---Lo que oíste, contraté un detective para que lo siguiera y en esta semana me entrega su reporte.

--Y sigues invirtiendo dinero en él --- le reproché moviendo la cabeza negativamente.

---Lisa, por favor, hablemos de otra cosa, ¿sí?, necesito distraerme y no deprimirme más.

Pedimos la cena y le estuve platicando de la junta de en la mañana. Miyeon casi se había vuelto experta en negocios a causa de mis platicas que escuchaba sin chistar y hasta me hacía preguntas, incluso me acompañaba a algunas cenas importantes. Dos horas se pasaron volando y luego la acompañé al estacionamiento, le di un gran abrazo y una vez que arrancó su auto caminé hacia el mío.

Acababa de quitarle la alarma cuando el otro celular sonó, lo saqué del saco y era un número que no tenía registrado, seguro se trataba de una chica nueva, la verdad no tenía muchas ganas de responder, pero había sido un día agotador y sería una buena forma deliberar el estrés, así que finalmente sí lo hice.

---Hola --- dije y me respondió el silencio, pero pude escuchar perfectamente su respiración, un tanto agitada y sonreí ---Hola --- lo intenté una vez más, acentuando la sensualidad.

---¿Estás libre esta noche? --- soltó de forma arrebatada, nerviosa, casi pude jurar que se había mordido el labio inferior.

---Sí, ¿en dónde nos vemos? – respondí mientras se me escapaba una sonrisa por su actitud poco común.

---No lo sé, tú dime ---no era la respuesta que esperaba, siempre me indicaban un sitio.

---¿Te queda cerca el Hotel Imperial? --- ya estaba yo ahí y siempre tenía una habitación exclusiva para mí, aunque jamás la había usado para ese fin.

---Como a veinte minutos --- dijo titubeante.

---Te veo en el lobby en media hora, ¿te parece bien? --- propuse mientras caminaba hacia ahí.

--- Sí, claro.

---¿Cómo te reconozco?

---Mido como 1.60, cabello corto color negro, piel pálida y traigo un vestido negro asimétrico de manga corta, que me llega debajo de la rodilla, y yo, ¿cómo te reconozco a ti? --- comprobé que en definitiva era nueva en esto, me dio demasiados detalles que jamás me daban.

---Simplemente lo sabrás, en media hora te veo ---contesté y le colgué.

La Verdad de LisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora