Capítulo 5: Despertar

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Este capítulo salió un poco largo.
Lime, violencia, intento de abuso.

Sentía una brisa suave y el aroma de las flores cerca de él. Estaba cómodo, no quería despertar por temor a perder los recuerdos de aquel sueño. ¿Realmente estaba despertando o era este el verdadero sueño?

—Qué bueno que por fin despiertas, nos diste un buen susto. —La sintió sentándose a su lado y unos dedos empezaron a tocarle el pecho deslizándose entre las ropas. —Te estaba echando de menos.

Los párpados le pesaban, ella por fin admitía estar preocupaba por él y haberlo extrañado ¿Extrañado? ¿Cuánto tiempo había pasado? ¡Qué importaba! Estaba con él, al final había aceptado ir con él para seguir cuidando de sus heridas, a pesar de todo se quedó a su lado. Haría lo que fuera para compensarla, se tomaría todo el tiempo necesario para hacerlo, se lo merecía, estaba tan feliz que le tomó la mano y se la llevó a su rostro buscando sus caricias; escuchó una risa por lo bajo, ella se estaba divirtiendo, pero había algo raro en su tono, la risa seguía y su mano no respondía a sus reclamos.

Abrió los ojos fastidiado para ver por qué no le prestaba atención y encontró a Mei Mei, que seguía riendo y tenía una mirada burlona. —No sabía que me habías extrañado tanto. Lo siento, pero pareces uno de mis cuervos buscando recompensas.

Gojo le dio una mirada molesta y observó toda la habitación buscando algo, estaban en su cuarto, pero sólo estaban Mei Mei y él. Ella se dio cuenta de su inquietud. Se echó a su lado y estiró el rostro para poder hablarle al oído —Me costó mucho trabajo encontrarte y traerte hasta acá, te saliste del camino y terminaste cerca al precipicio, muy lejos de aquí, pero me alegra que ya estés mejor. —le dio un beso en la oreja y empezó a lamer suavemente el lóbulo y los bordes mientras su mano paseaba por su pecho y empezaba a bajar.

Lo que en algún momento hubiera recibido más que de buena gana ahora sólo lo incomodaba, ¿Cómo que había sido ella? Estaba mintiendo, había alguien más que lo había estado cuidando. —Tú no estabas sola ¿Quiénes más estaban contigo? Te recompensaremos más que a los otros para que no tengas que compartir tu dinero así que puedes hablar sin preocuparte. —Le agarró la mano y Mei Mei detuvo sus caricias. No podía ser, tenía la sensación de haber perdido algo.

Mei Mei no pudo ver el rostro de la mujer por el sombrero que llevaba y encima logró escabullirse rápidamente de sus cuervos a pesar de que éstos estuvieron sobrevolando la zona aún después de que ellos se fueran.

Cuando encontró a Satoru estaba ardiendo en fiebre, tanto, que los delirios no lo dejaron reconocerla y siguió conversando como si ella fuera aquella mujer que había salido corriendo. Por lo que pudo escuchar habían pasado la noche juntos y él se mostraba muy interesado en ella, demasiado para su gusto, no dejaba de repetirle lo guapa que era y se comportaba como nunca lo había visto, aunque quería pensar que se debía a la fiebre tenía el mal presentimiento que no era por eso. Para su buena suerte se dio cuenta que no había pasado nada entre ellos en aquella cueva, es más él ni siquiera la conocía ni había podido obtener su nombre.

Este era el momento decisivo, tenía que convencerlo de que ella nunca existió, podría culpar a la fiebre y justificarse diciendo que lo encontró solo. Había estado trabajando durante años para alcanzar la posición más alta dentro del clan Gojo como la esposa del heredero, no iba a echar a perder su esfuerzo ahora que se sentía tan cerca de alcanzar su dinero y posición. Dejaba que Satoru se divirtiera con cualquier mujer, pero ella siempre permanecía y ahora no sería la excepción. En estos años su acuerdo de transparencia había funcionado, ambos se mostraban como eran y les había ido muy bien, pero ahora estaba en juego el futuro por el que trabajó, algún día iban a llegar a este punto y ambos lo sabían. Le quitaría ese capricho antes de que pudiera gozarlo.

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