Capítulo 2 «Nadie muere de amor, o eso dicen» parte 3

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La primera semana después de su abandono, Adeline se encerró en casa. Ni siquiera salía de su habitación para no tener que ver a sus padres. Ella había vuelto sin darles ninguna explicación y se dedicó a dormir, comer y llorar durante 7 días.

Su padre, no le dirigía la palabra ni por error. Su madre, que era más comprensiva, trataba de hacer las paces con ella, pero a Adeline le dolía que ellos no la hubieran apoyado cuando más necesitó. La familia Brown la había humillado y sus padres terminaron por darles la razón. Ella solo quería el apoyo de su propia familia, pero no la tendría, se dio cuenta de ello cuando los escuchó hablar en una mañana.

—Tiene que madurar.

—Cariño, es solo una niña y ha pasado por mucho.

—No podemos tolerar esto por más tiempo. Está echando a perder su vida.

—Eres su padre, debes ser más comprensivo.

—Hemos sido muy tolerantes con ella. Ya tiene edad para sobrevivir por su cuenta.

—Ella lo superará, dale tiempo.

—¿Hasta cuándo? Ni siquiera nos respeta, vive de nosotros, pero no nos ha dado la cara en una semana.

—Está deprimida, es normal.

—No va a superar nada si se encierra como un gato asustado. La vida no es color de rosa, y cuando antes lo aprenda, mejor.

Adeline subió por las escaleras sin hacer ruido. Lo que escuchó, le rompió el corazón, pero sus padres tenían razón en algo. Debía volver a la realidad, no podía seguir perdiendo clases, su vida seguía y ella tenía que vivirla.

Despertó un lunes y se preparó para ir a la universidad. Su madre se sorprendió al verla despierta y arreglada tan temprano.

—¿Irás a la universidad? —preguntó cautelosamente.

—Ya es hora.

—Entiendo...

—Mamá... me mudaré con Jennifer.

—¿Qué?

—No puedo seguir viviendo aquí.

—¿Por qué no?

—Ya no seré un estorbo para ustedes.

—¿De qué hablas?

—Sé lo que piensan de mí. Ya estoy cansada de ser una carga, me mudaré y encontraré un trabajo de medio tiempo.

—No necesitas hacerlo.

—Es lo mejor para mí. Debo cambiar ciertos hábitos o me volveré loca.

—Hija, somos tus padres, lo que sea que necesites, te lo daremos.

—¡No! No puedo seguir así, debo hacer algo, distraerme, seguir aquí solo me trae malos recuerdos.

—Adeline, ¡Tú no sabes cómo es la vida fuera de estos muros!

—Sea como sea. Yo lo afrontaré por mi cuenta, y sobreviviré —le afirmó con total convicción, sin tener idea de que pronto se arrepentiría de sus propias palabras.

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