Miró a su amigo hablar con la terapeuta, ella le había pedido especialmente que se acercara para comentarle algo, Jo no entendía por qué no permitió que escuchara. La cabeza de Yuma se movió en negativa cuando ella pareció cuestionar algo.
— ¿Qué te dijo? —preguntó cuando Yuma se le acercó.
— ¿Perdiste a alguien recientemente y yo no me he enterado?
Jo frunció las cejas, confundido.
— No, ¿por qué lo dices?
— Ella lo preguntó.
Yuma se encogió de hombros, indicándole con la cabeza que se fueran de ahí.
Jo no volvió a pensar en ello, no le encontró mucho sentido.
Volvieron al departamento tras comprar comida ya preparada y luego de hacerlo simplemente jugaron videojuegos, Jo agradeció aquello, de esa forma logró distraerse de sus sueños.
Al menos por un corto momento.
⏳
El enorme cartel de una película animada se presentó ante sus ojos, la reconoció al instante. Era la favorita del chico que apuntaba emocionadamente el cartel, pidiendo insistente que fueran a verla aún si no se trataba de un estreno como tal.
— ¡Ya la hemos visto como ochocientas millones de veces! —se quejó el chico de cabellos castaños, era unos centímetros más bajito que el pelirosa, con un rostro pequeño y ojitos redondos. Era bonito, pero Jo creía que Tari lo era más.
— ¡Jo! —Tari se dió la vuelta para mirarlo, moviendo sus pestañas de forma exagerada. Él no pudo evitar la sonrisa en su boca.
— Podemos verla nosotros dos y ustedes pueden ver otra —le dijo al castaño.
— Haru vamos a comprar las entradas, ¿quieres ver una de terror? —se entrometió un chico de cabellos rubios, casi platinados, era más alto que los otros dos pero no llegaba a serlo tanto como él. Tenía una sonrisa tranquila en sus labios, junto a dos hoyuelos que se marcaban en sus mejillas.
— De acuerdo —murmuró el tal Haru, mirando con ojitos entrecerrados a Tari antes de seguir al otro hacia la fila para comprar entradas.
La sonrisa de fingida inocencia le sacó una risa, Jo estiró su mano para tomar la muñeca del más bajito y acercarlo más a él, inclinándose ligeramente para darle un besito en los labios.
— Lindo —le susurró.
Las mejillas volviéndose rosaditas le dieron muchas más ganas de besarle y apretar sus cachetitos de paso, sin embargo, Tari apoyó la frente en su hombro, escondiendo su lindo sonrojo.
— ¿Por qué tienes que besarme así de repente?
— ¿Entonces no debería besarte más?
Tari se separó un poquito, alzando su cabeza ligeramente para mirarle con sus cejas fruncidas y el tono rosaceo aún en sus mejillas.
— No dije eso, solo que... dios, me haces poner nervioso y... y muy tímido.
¿Cómo se podía ser tan tierno? Jo arrugó su nariz, volviendo a inclinarse cerca del otro para rozar sus narices con dulzura.
— Vayamos a nuestra falsa cita doble, ¿sí?
Lo escuchó reírse por ello, confirmandole que todo había sido un plan suyo para que los otros dos estuvieran a solas, además Tari se beneficiaba porque vería la película que tanto amaba.
Jo miró el perfil del chico pelirosa durante la película, la forma en que sus ojitos brillaban por las luces, como murmuraba algunas frases que debió haberselas aprendido de memoria por la gran cantidad de veces que vió la película, la muequita en sus labios ante una escena triste. Y entonces pensó en cómo su cerebro fue capaz de hacerle sentir que el pecho le explotaría en cualquier momento de tanto amor, cómo adoraba esos ojitos, cómo ansiaba poder besarle las mejillas. ¿Cómo podían esas sensaciones no ser reales?
¿Cómo es que Tari podría no ser real, cuando generaba tanto en él?