⌛. . . cinco

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Su último sueño no había dejado de rondar por su cabeza, llenándole de un mar de dudas.

¿Cómo era posible que soñara con haber asistido a un concierto, conocer a dos chicos y que su asistencia al concierto fuera real sin que lo recordara? Jo rebuscó en su habitación las entradas, en cajones, en su ropero, inclusive bajo la cama. Allí se encontró con una pequeña cajita, sus manos se apuraron en tomarla, arrastrándola hasta que llegó a sus piernas. Tomó asiento sobre la alfombra azul, abriéndola para toparse con aquella pulsera de su sueño.

¿Entonces todo fue real? ¿Aquello sí fue un recuerdo? ¿Cómo puede ser posible que lo olvidara?

— ¿Conozco a dos chicos llamados Harua y Riki? —cuestionó hacia su teléfono, pudo escuchar el chasquido de Yuma del otro lado.

No me suenan —respondió su mejor amigo. Jo daba vueltas su pulsera en su muñeca, viéndola fijamente—. ¿Tal vez olvidaste mencionarlos?

— Yuma, tú sabes todo de mí. De todas las personas en el mundo, tú eres la única que podría saberlo.

Entonces si no lo mencionaste no existen, Jo, ¿ahora me dejaras dormir? Son las tres de la mañana.

Mordiéndose el labio lleno de pena, Jo le deseó las buenas noches a su mejor amigo y cortó la llamada. Se acomodó en su propia cama, pensando en que él no podría no haberle mencionado nada a Yuma, sobre todo porque aquel chico de cabello beige le había parecido hermoso. Pero entonces cayó en cuenta que aún no le había confesado a su amigo sobre su orientación sexual, lo que hacia probable que no le hubiera mencionado nada en absoluto por esa misma razón, no estaba seguro de cómo reaccionaría si le decía que era homosexual.

Sentía su garganta seca, su pierna moviéndose en ansiedad mientras esperaba a que su madre y su padre tomaran asiento en frente suyo.

Tras unos largos días de discusión por el tema, Jo y Tari decidieron hablar con sus respectivos padres sobre la relación que mantenían. Estaba muriéndose de nervios porque aquello no solo era contarles que estaba en pareja, sino que era también salir del closet con ellos, las dos personas que le dieron la vida y criaron. Otro tema aparte era Yuma, con quien pensaba hablar luego de hacerlo con sus progenitores.

— Mamá, papá —dijo, en un tono bajo, dividiendo su mirada entre ellos—. Yo... esto es muy difícil para mí, lo siento.

— Está bien, cariño —le dijo su madre, posando una mano en la suya procurando brindarle calma.

Jo sonrió ligeramente, bajando su mirada hacia el mantel de la mesa.

— Me gustan los chicos —susurró, alzando su mirada hacia ellos—. Desde que soy pequeño, me gustan los chicos. Y... yo estoy profundamente enamorado de uno.

Hubo un largo silencio, sus padres mirándole fijamente sin decirle nada. Sus nervios aumentaron entonces, imaginándose un millón de escenarios posibles. Pero en ninguno de ellos recibía esa mirada de asco que estaban brindándole, no veía como su madre le quitaba la mano como si estuviera enfermo.

El pecho se le comprimió ante los gritos de su padre: "ese chico está confundiéndote, a partir de hoy cortarás relación con él". Jo lloró en su cuarto, lleno de tristeza, de enojo y frustración. ¿Confundido? Jo no estaba confundido, su corazón amaba a un chico, estaba profundamente enamorado de él. ¿Por qué sus sentimientos no eran válidos solo porque eran dos chicos?

La fotografía de ambos juntos en la pantalla de su teléfono le hizo darse una idea de cómo había ido todo con los padres de su novio, lo cual era algo un poco obvio teniendo en cuenta que su padre estaba ya casado con otro hombre, Jo atendió la videollamada después de haber secado sus lágrimas, no quería que se enterara aún, debía excusarse un poco con él.

¡Jojo! ¿Cómo fue todo con tus padres? —la emoción era palpable en el rostro de su novio, su sonrisa extendiéndose en automático al verlo tan feliz.

— ¿Cómo te fue a ti?

Bueno, no fue tan difícil como creí, papá dijo que podíamos tener una cena este domingo, contigo, su esposo y mi madre... y Harua, obviamente, para que ellos te conozcan. Luego podríamos hacer una cena entre nuestros padres para que se conozcan, ¿qué te parece? ¡Dime como te fue a ti!

¿Por qué sus padres no podían ser como los de su novio? Se imaginaba que hasta su padrastro había estado apoyándole tras su salida y le dolía imaginarse el choque emocional que tendría si recibía el rechazo de quienes se suponía que eran sus suegros.

— Me encantaría conocer a tus padres, Tari —dijo, deseando quitar el nudo en su garganta.

¿Jojo? ¿Estás llorando?

— No —negó torpemente, intentando quitar las lágrimas de sus mejillas, creyó que era un tonto porque estaba haciendo obvio lo que intentaba negar—. ¿Crees que le caeré bien a tus padres?

¿Ellos...? —la voz del pelirosa tembló, causándole un remolino de emociones en el estómago. Jo negó con la cabeza, queriendo cambiar de tema, sin obtener ningún éxito porque la voz no le salía aunque quisiera—. Jo, dime la verdad.

Se mordió el labio inferior, odiando ver esos ojitos lagrimosos.

— No quieren que vuelva a verte —confesó en un susurro—. P-pero no les haré caso, seguiremos juntos.

Ese sueño fue diferente, de repente estaba viéndose a sí mismo sobre su cama, mirando como el chico de cabellos rosas sollozaba múltiples perdones por algo de lo que no tenía culpa.

Y cuando despertó, aún podía escuchar en su cabeza los gritos de sus padres diciéndole que su relación era una aberración.

TIMELESS.  jotakiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora