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Siempre te oye hablar de las estrellas, de cómo te encantaría tener una. Si no fuera tan orgulloso y seguro de tu afecto hacia él probablemente terminaría celoso de lo mucho que hablas de las rocas llameantes del espacio.
Fue durante una de las pláticas de su querido marido que decidió complacerlo y preguntarle cuál era su color favorito de estrellas. (En absoluto porque a él también le guste oírte hablar, incluso si no se trata de él. Digamos que le dijiste "blanco").
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De la nada, un día te despertaste con una pequeña estrella de mar preservada de color blanquecino encima de tu ropa durante el día. No pudiste evitar mirarla con tanto amor, claro, no era una estrella llameante, pero era una estrella que te regaló tu amado esposo, y la amarías por el resto de la eternidad.
Tú y Poseidón normalmente hacían cosas diferentes durante el día, así que cuando te vio esa noche con un collar nuevo, sonrió.
Está claro que te encantó el regalo. Te encantó lo suficiente como para ponerlo en una cadena y usarlo con orgullo alrededor de tu cuello.
Poseidón se acercó a ti y suavemente agarró la estrella de mar, mirándola antes de levantar la vista y mirarte a los ojos. Le sonreiste afectuosamente y le agradeciste el regalo, ganándote un dulce beso.
¡Era como marcarte como suyo sin los mordiscos de amor! Sin embargo, eso no le impediría seguir usándolos también.
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